Latinajos.

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Rerum Divinitas.

Creo, tras pensarlo, que en lo más constante que he sido en mi vida ha sido en la búsqueda de Dios.

Ya sé que mis conclusiones incomodan al creyente medio, como si mi pensar fuera para ofender y no para razonar.

En el principio yo fui creyente porque el mundo me hizo así, como a Jeanette rebelde. Pero no me conformé con la prescripción y le di una vuelta y otra y otra.

Creo que en origen fue la actitud de los representantes del Ser Supremo, lo que me llevó a las dudas.

Los curas cercanos a mí no me parecieron buenos. Y eso no cuadraba con la idea de Dios.

Algo fallaba.

Visto como se las gastaban, cuando tenía once o doce años, en el cuaderno de catequesis pregunté al que nos daba lecciones sobre la cosa:

'¿En qué cree usted más en Dios o en el dinero?'

Su respuesta fue un escueto:

'No seas crío'.

Me di cuenta de que esquivaba la cuestión. Pero yo no he querido nunca esquivarla.

Mi convicción actual, lo he de decir, es a mi pesar.

Mi no creer en la existencia de dios alguno tiene su base en una lógica argumental, no se trata de una pose o rebeldía o de ir contra la Iglesia (esta, según lo veo, es muy ajena al Dios que predican, al margen de que exista o no).

Mi ateísmo es más un bondadoso agnosticismo, porque no se trata tanto de negar que existe Dios como de afirmar que no lo encuentro y que para mí ya, es tanto como pretender encontrar un unicornio azul con alas arco iris que sepa filosofar y hacer humor inteligente mientras cocina bacalao al pil pil.

Lamento que no exista Dios porque, en realidad, su existencia, facilitaría mucho las cosas. Todo sería por su culpa y por su gracia y de su bondad, tras este infierno, disfrutaríamos un precioso paraíso con bellos atardeceres.

Tiene algo de triste esta convicción pues determina que la muerte es el final de todo y no la puerta a algo maravilloso, pero no soy capaz de creer porque me convenga o me venga bien. Tampoco creeré que mañana me tocará la primitiva porque eso me interese.

Al fin, para esa parte inexplicable del sentido de la vida y el origen y el destino, me hago a la idea de que soy univero y lo he sido siempre y siempre lo seré. Los átomos que me componen fueron parte de otras cosas, nacieron en una estrella, y seguirán siendo eternamente.

Este yo que piensa en sí mismo es tan solo una posibilidad que ha sucedido, un instante en el tiempo, una insignificancia en el Todo.

Antes de ser no fui y después de ser no seré.

Como un tertuliano al uso:

Yo más no puedo hacer.