I
hoy le recé por un tiempo
exageradamente largo
le pregunté a la mujer,
oculta tras su velo oscuro,
si usted atendía los fines de semana
ella rió, amable, y contestó:
él siempre escucha
asentí, comprendiendo
que usted oía, pero no respondía
caí entonces, condenado,
devoto de la ilusión de la espera
II
¿por qué, señor,
nos dio un cerebro
si no desea que pensemos,
que nos perdamos
en la dulce curiosidad del saber?
¿por qué nos obsequió un corazón
tan vivo, lleno de rojos,
si solo ha de serle devoto a usted?
porque yo lo amo,
pero también amo
otras cosas
III
oh, señor,
sigo esperando una respuesta
¿por qué siento tanto?
a veces, cuando le veo,
siento que mi corazón va a salirse del pecho
y caer en sus tiernas manos
pero, como siempre,
seguro no le va a sorprender
ha visto tantas cosas,
que el poema o el soneto de un joven enamorado
no le causará ningún efecto
a veces creo que me habla a través del corazón,
pero no lo comprendo,
y la cordura se me escapa, lentamente
¿será que el corazón habla un idioma que no estoy destinado a entender?
por las noches no puedo dormir;
los latidos suenan como tambores,
anunciando la llegada de algo
que quiero dejar de esperar
son latidos que resuenan como palabras
que me es imposible descifrar
a veces les pregunto a las cartas
si otros jóvenes sienten lo mismo,
y me dicen que no, que estoy chiflado
y creo que están en lo cierto
¿será eso?
¿el amor enloquece?
¿el amor quita el sueño?
¿el amor habla un lenguaje que jamás podré comprender?
¿no podré tocarlo nunca?
¿se puede tocar?
¿poseer?
pero no quiero que esto le confunda,
no deseo poseerlo en lo más mínimo
no, no
lo que anhelo,
desde el fondo de mi lastimada alma,
es que usted me posea a mí,
y responda mis preguntas
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