que si me muero será de amor ★

¿hasta cuándo, eh? ¿hasta cuándo vas a seguir aferrado a ese abrigo viejo, a esa esquina de la cama, a ese lugar donde él ya no está? no es que me importe verte así porque me duelas tú. me dueles por él, porque lo seguimos amando igual. igualito o más que ayer, aunque nos haya dejado, aunque no nos haya dicho nada, aunque no haya mirado atrás. ¿te das cuenta de lo triste que es eso? que ni tú ni yo lo culpamos y que ni con todo el abandono encima nos nace odiarlo. lo seguimos amando, los dos: yo, esta parte de ti donde aún existe el raciocinio, y tú, esta parte de mí que se quema de dolor. aún lo amamos, incluso ahora que ya no queda ni su olor, ni su sombra, ni el rastro de sus pasos en la alfombra. tú lo lloras y yo me muerdo el pecho para no hacerlo, pero es lo mismo. es el mismo amor clavado hasta el fondo. y eso es lo que más jode, eso es lo que más duele.
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te veo hecho trizas. tendido otra vez, escondiéndote entre cobijas que huelen a abandono, agarrado a ese abrigo como si él fuera a meterse dentro de tu piel otra vez, y con esa esperanza de que en cualquier momento, él llegue a tocarte la nuca y a decirte con voz bajita que todo va a estar bien. pero no va a pasar, porque ya no está. no va a volver y tú lo sabes. tú lo sabes tan bien que cada noche lloras más fuerte, más denso, más metido en tu propio cuerpo, porque la única forma que encontraste de seguir amándolo fue destruirte por dentro. y yo te odio por eso: por esa forma tuya de sufrir bonito, de hacer del amor una tortura que se repite diario como una canción en una radio vieja, y que a mí me obliga a ver sin poder hacer nada.
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me dan ganas de sacudirte, de gritarte, de romper todo en este cuarto hasta que me escuches. me revientas con tu silencio, con tu forma de mirar al techo esperando que él aparezca entre las sombras. no va a venir, no está ahí. no está en el abrigo, no está en los rincones, no está en esa taza de té que no lavas desde que se fue. no está en los sueños. no está en las cartas que escribes y no mandas a ningún lado. ya no está en ningún lado y aún así tú te quedas tirado en esa cama, tan inutil, tan inmóvil, en la que tu única forma de honrarlo es apagarte.
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y no me estoy quejando de ti porque no me duela también. yo también lo extraño. yo también lo amé. lo sigo amando. lo amo tanto que a veces siento que me estoy muriendo de la nostalgia que dejas flotando en el aire. te juro que no hay un solo día que no piense en él, en cómo sonaba su voz cuando decía nuestro nombre. en cómo nos miraba como si entendiéramos con una mirada todas esas cosas que salían de su alma. él sabía cosas de nosotros que nosotros apenas estábamos aprendiendo. y se fue… se fue y nos dejó con todo eso a medio construir. con los brazos abiertos, esperando un abrazo que ya nunca va a pasar. y tú decidiste quedarte así: con los brazos abiertos, esperando.
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yo no puedo con eso, no puedo seguir viéndote así. porque cada vez que tú te rompes, yo me hundo. cada vez que tú te enredas en ese abrigo como si fuera su cuerpo, yo siento que me arrancan el alma. no quiero que lo olvides, no quiero que lo dejes atrás. yo tampoco puedo. solo… solo quiero que respiremos. aunque sea un tantito. aunque sea entre lágrimas. aunque sea con el corazón hecho polvo. pero quiero vivir con su recuerdo, no morirme con su ausencia.
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y tú, en cambio, te estás dejando morir. no te bañas, no comes, no hablas, ya no rezas. solo lloras. lloras tanto que se me está acabando el aire. lloras tanto que me estás hundiendo contigo. y lo peor es que lo haces por amor. lo haces porque todavía lo amas con todo lo que queda en ti. y yo también lo amo tanto que me quedé contigo, aunque ya no estés completo. aunque ya no seas tú. aunque te hayas convertido en esto: un cuerpo abandonado que solo se mueve para buscar un aroma que ya no existe.
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pero en el fondo, creo que te compadezco: yo no soy mejor que tú. solo tengo otra forma de doler. mi forma es más seca, más callada. pero tú te hiciste un hueco, te hiciste pozo, te hiciste ruina y no me dejas sacarte de ahí. no me das ni una palabra, ni una mirada, ni siquiera un suspiro. nada. y yo sigo aquí hablándote, escribiéndote, golpeando las paredes de este cuerpo compartido, rogándote que me mires aunque sea una vez.
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no te hablo por ti. ni por mí. te hablo por él, porque lo seguimos amando. y porque si él viera esto… si él supiera en lo que nos convertimos… ¿crees que estaría orgulloso? ¿crees que querría vernos así, ahogados, destruidos, abrazando pedazos viejos de lo que alguna vez fue su amor?
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yo solo quería recordarlo sin desaparecer.
y tú decidiste desaparecer para recordarlo.
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y aún así… aún así te entiendo. aunque estés hecho ceniza. aunque no me contestes. aunque te niegues a salir del hueco. porque yo también lo amé. porque yo también me estoy muriendo por él. porque lo que nos duele es lo mismo. y porque si tú te mueres, yo también.
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pero prométeme algo, por favor.
si vas a quedarte ahí abajo, si vas a dejar que esto nos trague…
no me sueltes.
no me sueltes.
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si vamos a morir de amor, al menos que sea juntos.