Las Cartas Son del Ayer - poetario

I. El Baúl del Tiempo

En el desván olvidado, entre sombras eternas,

un baúl de madera aguarda silencioso,

guardando bajo su piel gastada y ajada,

las voces dormidas del pasado remoto.

El polvo es mantel de historias calladas,

cobija papeles, planos de emociones,

tintas que el tiempo quiso borrar,

pero que el alma fuerte aún retiene.

Cartas desvaídas, con sellos gastados,

esquelas de amantes, sueños bordados,

confesiones a medias, promesas quebradas,

anaqueles invisibles a sus nostalgias.

Las cartas son del ayer, susurran al viento,

ecos que viajan más allá del momento,

palabras que encienden antiguos sentimientos,

luces que iluminan viejos pensamientos.

Manos temblorosas que un día escribieron,

con pulso callado, con fuego y con miedo,

dibujaron en frases su más íntimo anhelo,

una danza de voces desde el tiempo entero.

El silencio del desván es cómplice fiel,

que custodia el baúl y su secreto papel,

la historia guardada que aguarda el papel,

una vida entera compactada en miel.

Una llave oxidada cruza el umbral,

quebrando el silencio, abriendo el portal,

el baúl se revela con un aire ancestral,

y libera sus cartas, su perfume inmortal.

Sobre la madera vieja descansan las hojas,

escritos que el pasado nunca despoja,

cartas que el alma examina y se emociona,

palabras que laten, que nunca abandonan.

Esas cartas son del ayer, testigos callados,

de amores fugaces, de sueños robados,

caminos cruzados, destinos entrelazados,

un mapa de vida, un tiempo perdido.

Y en ese instante, el aire parece vibrar,

las letras resucitan, vuelven a cantar,

la voz de quien amó, la voz de quien esperó,

la voz de quien en tinta, para siempre quedó.

El desván