quisiera que en mi fortuna
la ráfaga del viento sin opulencia
me envíe tus poemas
por haber fallado tu asesinato,
y vuelvas en ella
con la máscara de esperanzas
sobre milagros de amor.
porque el olvido voluntario
es un asesinato confeso
abriéndote una herida propia,
y tus memorias chocaron con mi geografía
en un barco de papel
que hundimos sin saber los dos.
yendo para adelante en un futuro atrás,
con huellas desnudas,
busco cada estrofa mal escrita
del poema que se va,
para corregirla y reescribirla
en lágrimas de cúrcuma.
y por sobre algún pasillo de puertas
del último homecenter de la humanidad
estará la puerta donde la madera
ya no es más que la carne
que te recorre el pecho.
y donde el silbido
con el que tu voz me despierta
es la bondad ultrajante de vivir.
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