Detesto sentir que comparto parte del
terreno de tu pecho.
Que tus manos no sostienen mi corazón,
sino el de alguien que no soy yo.
Y odio amarte porque duele,
de alguna forma,
saber que tu corazón no es
completamente mío.
Porque sos compartido,
de cada forma dolorosa.
Mis manos tiemblan porque sé
que no tengo todo lo que quiero.
Y, por primera vez,
me harté de rezar a dioses inexistentes
por un amor que no es el mío.
Y hoy corro,
lejos de cada dolor que conozco,
porque sé que mi corazón
no soporta una grieta.
No podría sostenerme con un dolor en el
pecho que pincha,
arde y mendiga esperanza.
Te amo, pero ya no quiero sentir
dolor con cada paso,
ni aceptar migajas de un amor que
aún no ha pasado.
Prefiero alejarme mientras tenga tiempo,
antes de aferrarme a unas manos
que no son mías.
A unos brazos que no abrazan mi cuerpo...
A unos ojos que no me buscan
en el cuarto...
Y odio sentirme el reemplazo de lo
que se supone debía salir bien,
porque sé que no puedo ser ella.
Y odio sentir que me arrastro,
que ruego y pido por un amor
que no me pertenece.
Odio compartir tu corazón, tus labios,
tu cuerpo y tus abrazos.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión