Laberinto

Tengo miedo.

Tengo miedo de esto, de vos, de mí, de todo el dolor que pueda llegar a recibir, de encariñarme, de vulnerarme. 

No quiero sufrir más, ni tampoco quiero herir a nadie más, y yo de herir sé mucho. Creo que debe ser en lo único que soy buena, tal vez experta.

Estoy triste y cansada, cansada de ser machacada, de ser profanada y utilizada. Solamente quiero ser feliz, que me amen y amar dignamente. Pero al mismo tiempo, no sé qué quiero.

Creo que el miedo al compromiso nubla todo razonamiento crítico.

¿Está mal no saber qué quiero?

Aunque no puedo negar que en el fondo, tal vez un poco, te quiero a vos. 

Debe ser tu encanto también, con tu esencia es difícil no encariñarse.

No me gusta esto que me generás, me incómoda.

No sabés cuánto te odio, quisiera poder demostrartelo, o aunque sea sacarlo de mi como corresponde, pero sería imposible destilar emociones tan negativas y horrendas hacia vos. 

Ya te lo dije en otro escrito, tengo el presentimiento pero también la seguridad, de que sos luz. Una luz de emergencia que se prendió de la nada en mi camino, y al menos por el momento, no es todo tan oscuro.

Por momentos quisiera saber cómo te sentís vos. Si te sentís así, si sentís ese peso, o capaz sentís menos porque todo esto es igual de insignificante que yo. 

Estoy escuchando tu banda favorita de fondo y me hace querer estar con vos.

Me hacen dar ganas de que me mimes y mimarte, hasta que me olvide de todo lo que me duele, hasta que me lo arranque o desaparezca.

Perdón que tengas que cargar con mis molestias de mierda, que ni siquiera te pertenecen, ni a mí ni a vos. Pero es inevitable no tener miedo. 

Me da miedo quererme. 

Me da miedo que me gustes. 

Creo que en el fondo, es porque sé que esto es diferente, y lo diferente, lo desconocido, me asusta. Y lo sano, directamente me espanta. 

Te quiero y realmente no me quiero enojar con vos, pero no puedo evitarlo.

Mi cabeza busca cualquier cosa, cualquier excusa para odiarte, para enojarme, para sentirme mal, y capaz así, cuando por fin te des cuenta que no soy para vos y me abandones, me duela todo menos. Capaz así pueda ignorar lo que realmente me pasa. 

La peor parte es que me haces sentir como si tuviera doce años de vuelta. No sé cómo explicarlo sin remontar a historias un poco turbias, extrañas, o fuera de contexto. Solo sé que no quiero repetir con vos lo mismo que viví con otros hombres, no quiero sufrir.

Pero para eso tengo que despojarme de mi miedo primero, decirle adiós. Y como dice Cerati a través de mis auriculares, decir adiós es crecer. 

Sé que tengo, sé que debo, pero cuesta. 

Prometo esforzarme para soltar ese miedo, solo porque quiero estar con vos.

Quiero ser digna de vos, y que vos puedas ser quien sos conmigo también. 

No quiero hacerte sufrir, no quiero que sientas el peso ni las responsabilidades de mis propias inseguridades, porque te quiero, porque me importas, porque solo quiero cariño y amor entre nosotros, respeto, sinceridad, y que me hagas el amor hasta que me quede sin voz de tanto gemir abajo tuyo. 

Más allá de las intenciones sexuales, digo, realmente tengo ganas de estar aprisionada abajo tuyo. 

Qué ganas de besarte, pienso, y que seas vos quién me saque el miedo a los besos. 

Te pediría que comas el cuello hasta que se me borren todas las ideas de mierda que se me meten en la cabeza. 

Haceme olvidar de todo un rato. ¿Podés?

Te quiero. 

Me gusta decírtelo, quisiera decírtelo más seguido. 

¿Vos me querés? Te lo voy a preguntar, ojalá me digas que sí. 

Ojalá algún día te desgarres de amor por mi, y que te levantes todos los días sin entender como puede ser que alguien como yo esté con vos, dejando de lado el egocentrismo, cero.

Solo que no quiero vivir al lado de alguien que no se moriría de amor por mi, que dudaría del valor que tengo como persona y como mujer. 

Ahora tengo una duda.

¿Vos tenés miedos? ¿Me contás cuáles son? 

¿Vos también te sentís inseguro? 

¿Tenés miedos conmigo?

Pero al final, y mucho más importante: ¿Me querés o no?

¿Podés decírmelo?