En pueblos, pueblitos, ciudades y rincones argentinos, la vida pasa por la plaza. Se asienta y se sienta entre mates, árboles y palabras que van y vienen. Ves una cara conocida, la saludas con una sonrisa. Vas caminando llevada por la rutina y miras a un costado para ver a 3 o 4 que estas sentados con la guitarra y riendo a carcajadas. Hay otro par de pibes más allá fumandose un porrito. Tranqui.
Hace décadas unas mujeres comenzaron a hacer rondas en una plaza de Buenos Aires los jueves. Plaza de mayo nada más ni nada menos. Madres que hicieron rondas para denunciar que sus hijos y nietos estaban desaparecidos, denunciar que el estado no daba respuesta, que abusaba de su poder. Nadie lavaba esos pies. Incesantes e inquietas continuan buscando hasta el día de hoy, transformaron la manera del reconocimiento de ADN y lo llevaron al mundo para que desde los escombros brote la verdad. Madres y abuelas que luchan hasta el día de hoy por traer un poco de justicia a la memoria colectiva.
La fuerza que insiste es la fuerza de la vida, la que busca, la que encuentra y la que se da cuenta que tiene que seguir buscando activamente algo que se le perdió. Las abuelas son una bandera de lucha en el mundo. La lucha es la fuerza de la vida. Cambiar el mundo de raíz para que le árbol de frutos y sean medicina.
La circunstancia de la existencia se queda corta al pensar en las abuelas, tan denigradas con este gobierno de ultraderecha. La bronca y la desidia es total y no son suficientes las palabras para narrar el abandono que sufren las personas vulnerables, las que el capitalismo arrastra a un costado y las olvida. Los olvidos. El olvido a las abuelas no puede ser un brazo torcido.
Ante tanta neurosis, memoria. Vuelve a ser necesario decir lo que ya se dijo, volver sobre las palabras, recuperar decires pero con renovación. Como el cine que hace revisionismo histórico a través de refritos y coloca en otros lugares personajes que son políticamente incorrectos para nuestra moralidad actual. Las bandas se vuelven a juntar Oasis y Los Piojos van a dar shows de vueltas.
Hay una necesidad de buscar atrás y hay otra necesidad de construir para adelante. Siempre, no importa cuando leas esto ni si tu cuerpo son tus músculos o tu cultura. Pero lo que propone este tiempo de capitalismo liquido y ultraderechas, es construir desde la individualidad, la competencia, el “me cago en el de al lado”. Nada es nuevo, y todo esta rejuntado en este guiso que se quema. En ese individualismo productor de riquezas la vida no tiene valor, o lo tiene en la medida en la que produce, en la que le "sirve" a ese sistema. La meritocracia por voluntad divina del marcado. Nos despreciamos tanto a nosotrxs mismxs que como humanidad inventamos esta terrible manera de herir nuestra existencia, dicho sea de paso, existencia que no tiene sentido alguno en tanto caos.
No podemos olvidar, por los que se murieron y por lo que vendrán. Las abuelas nos enseñaron a juntarnos, con estrategias, con paciencia, con amor y con convicción. Con el calor de lo que vive. Con el compartir en la plaza. Que es de todos y para todos. Porque la plaza, la fuerza, la vida son nuestras, como las abuelas. Que nos enseñaron que cada vida importa, y que lo importante en la vida es lo colectivo, lo compartido, lo que nos une y nos da fuerza.
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Rocío Giménez Ferradás
Hola! Soy dibujante pero las palabras son un jardin en el que refugio el pensar
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