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la vegetariana

melina

Mar 21, 2025

78
la vegetariana
Nuevo concurso literario en quaderno

Mi reseña de "La vegetariana" de Han Kang

Melina Vega

Viéndola aceptar todo este proceso, le pareció que era un ser sagrado, un ser del que no se podía decir ni que fuera humano ni animal, o quizá un ser que estaba entre la vegetalidad, la humanidad y la animalidad. (Kang, 2007, p. 83)

No sé cómo, ni cúando, ni dónde ocurrió, pero hoy soy más planta que mujer. Y es probable que la mutación haya comenzado mientras leía este libro.

Yeonghye no es capaz de suprimir sus feroces deseos de carne. Una batalla se libra en su interior; las pesadillas la enloquecen, sueños donde ella misma asesina a sangre fría y se le humedecen los labios al ver la sangre borbotear. Entonces, se vuelve vegetariana. Pero, ¿será la adopción de una nueva dieta lo que pondrá fin a su instinto animal?

Es preciso aclarar que Yeonghye no siempre vivió sedienta de sangre y hambrienta de vísceras. Como bien claro nos deja su esposo, Yeonghye era una mujer común y corriente cuando la conoció, e incluso lo fue durante toda su vida nupcial hasta este punto, pues era su propia normalidad la que lo había hecho casarse con ella. Yeonghye, con su manera de ser sobria y silenciosa y sin ninguna pizca de personalidad, lo hacía sentirse a sus anchas. Sumisa y servicial, ¿qué más podía pedir? si vivir con ella era "como si fuera su hermana o la empleada doméstica que hacía la comida y limpiaba la casa." (Kang, 2007, p. 34). Y es que este libro está narrado desde la perspectiva de dos hombres, a excepción de los sueños de Yeonghye (que son narrados por ella misma) y el último capítulo (en el cual la hermana de Yeonghye es protagonista). Lo cual quiere decir que, en detrimento, las mujeres serán retratadas de la forma más utilitarista posible: a los ojos del patriarcado, la mujer no es más que un otro.

(...) y ella lo es todo. Sólo que es Todo sobre el modo de lo inesencial: es todo lo Otro. Y, en tanto que otro, ella es ella. Siendo todo, jamás es justamente esto que debería ser, es una perpetua decepción, la decepción misma de la existencia que no logra nunca alcanzarse ni reconciliarse con la totalidad de los existentes. (de Beauvoir, 1949, El segundo sexo, p. 202)}

La mujer en La vegetariana no es más que una esposa, una madre o una cuñada. Nunca seres en sí mismos, las hermanas se enfrentan a la fetichización, objetivización y violencia de los hombres que las rodean, miembros de su propia familia. Ellas están para servir. Y Yeonghye, harta de ser para su marido, es infundida de un día para el otro de deseos extraños, ajenos a su persona. Un cúmulo de violencia estaba ahora atascado en su garganta y en su corazón y lo nublaba todo. Violencia que le hacía rugir las tripas y luchaba por salir, tomar el cuerpo humano de Yeonghye y hacerlo sucumbir a su animalidad. Esta otra, que se gestaba dentro de ella, era la que detestaba la complacencia y le suplicaba a la original que se entregase a sus instintos. Que vuelva al origen.

El vegetarianismo, tal vez, había sido solo una herramienta para domar a la fiera que deseaba romper los esquemas de lo que debería ser como mujer y esposa y trascender los límites de la sociedad. Pero el caso es que a Yeonghye la hacen vegetariana los estímulos de su entorno. Es la decisión de una mujer llevada a su límite y ahora decidida a purgar toda la ponzoña acumulada tras años de resignación. A este punto, el destello humano de Yeonghye había escapado de sus ojos, que transmitían algo entre la inocencia y el vacío.

Tal vez el estado que había alcanzado Yeonghye era el mismo al que apelaban los budistas cuando hablaban del nirvana. Pero, en este caso, Yeonghye se libera de sus deseos de carne al experimentar su sexualidad libremente y de manera autónoma —ya que su marido había disfrutado de ella cada vez que el deseo se lo dictaba, aunque Yeonghye se negara— y emprende el camino hacia la luz y una vida plena, donde sus necesidades son simples: agua y luz solar.

El sexo en La vegetariana es animal y feroz cuando se trata de un hombre tomando lo que desea, pero es vegetal, floral y frondoso cuando se trata de ambos cuerpos conectando y entregándose al placer. Como expresa el cuñado de Yeonghye sobre su sueño:

Cuando la penetró, el sexo de ella comenzó a resumar un líquido verdoso como de hojas machacadas. El olor a pasto, fragante y a la vez amargo, se fue haciendo tan acre e intenso que se le hacía difícil respirar. Cuando justo antes del orgasmo se apartó de ella, vio que su sexo estaba todo teñido de un color verduzco. El fragante líquido, que no sabía si provenía de ella o de él, había coloreado su vientre e incluso sus muslos con un tinte vegetal verdeazulado. (Kang, 2007, p. 90)

La vegetalidad no es más que una expresión sobre el más alto punto que puede alcanzar el alma. Trata sobre la pureza, el despoje de las preocupaciones materiales y la libertad ante las convenciones sociales. Nada en La vegetariana es convencional. Es un libro con una temática compleja de analizar y muchas aristas interesantes en las que se podría ahondar, pero no obstante la excentricidad de la trama lo convierte en una genialidad literaria. En este libro, Kang aborda temas filosóficos, problemas sociales y trastornos psicológicos, y cuestiona la absurda cotidianeidad en la que estamos inmersos. Kang nos invita a vivir nuestra vida más vegetal, para que el poder floral de nuestros cuerpos rompa los esquemas establecidos.

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