La tarde se vistió de fiesta en la estancia de los Medina. El gordo, y sus asesores celebraban desde primeras horas del día. Habían comido un costillar a la estaca, y en la sobre mesa, el olor a habano importado y el ruido de los descorches espumosos, matizaban el ambiente. Por la puerta del quincho entró, con su rostro siempre triste y desganado, Ramón, uno de los peones de confianza del gordo Medina. Las risas y los gritos parecieron bajar de volumen lentamente al ver al desgarbado Ramón, parado en la entrada sin decir una palabra.
-¡Estimado Ramón! ¿que lo trae por estas zonas de la estancia?- Medina, tomó la iniciativa para desarticular la peculiar situación. Ramón, con la vista siempre al piso y un tono casi susurrado exclamó:
-Disculpe la interrupción señor patrón. No quería molestarlos, pero sucede una cuestión bastante importante con una de las vacas, y me pareció de carácter urgente informarlo.
-Pero Ramón, acá estamos en una reunión sumamente importante ¿no pudo considerar por un minuto que esta situación la podía resolver con el capataz?
-Eso hubiese querido señor patrón, pero resulta que el capataz se ha tomado el día de hoy porque cumple años su hija. Al no tener a mi superior inmediato me pareció prudente avisarle a usted- siguió Ramón sin mirar a los ojos a Medina.
-Bueno Ramoncito, a ver, cuénteme de que se trata el problema urgente con la vaquita que no puede esperar- ironizó el gordo Medina, mientras apoyaba una de sus manos en el hombro del peón.
-Le cuento señor patrón, lo que sucede es que hace un rato yo estaba ahí trabajando en el corral, y una de las vacas empezó a hablar-
En ese momento, la muchedumbre se calló abruptamente, observando fijamente al peón y su jefe. Medina, cortó con el silencio espetando una carcajada. Su séquito, por supuesto, lo siguió rápidamente, y todo se convirtió en una tentada general.
-Ramón, Ramón, pensé que pasaba algo grave, nunca me imaginé que tanto, usted de verdad no está bien. Pero no importa, hoy es un día de celebración, en el día de la fecha confirmamos que yo, Pascual Medina, voy a ser candidato a presidente de la nación, así qué, usted Ramón, va ser empleado del hombre más importante del país. Siéntese, y tome una copa de champagne, así, si va a andar diciendo locuras, al menos que sean justificadas- Ramón obedecía cualquier orden que viniera de un superior, así que se sentó y empezó a tomar de la copa que le habían servido.
Los minutos pasaban, y el peón no cambiaba el semblante. Ahora, con la vista fija en la copa, estupefacto. Los presentes trataban de esquivar la escena, pero de a ratos alguien lo miraba. La frase de Ramón sobre la vaca parlante daba vueltas en el ambiente. Medina, ya harto de la situación, se paró frente a Ramón y le gritó:
-¡Bueno hombre, ya está con la broma! ¿¡que quiere!? ¿¡quiere que vayamos a ver esta locura?! Está bien, vamos a ir todos a ver a la vaca que habla, no entiendo cual es su juego Ramón, pero esté seguro de algo, yo hice todo lo posible para tratarlo bien, y usted se empecinó en arruinar mi reunión con todo esto. Cuando lleguemos allá y nos encontremos con un montón de vacas de mierda comiendo pasto, usted se queda sin trabajo- Ramón, susurrando algo inaudible, se paró y guió a la concurrencia hacia el corral.
La escena se tiñó de tonos surrealistas: un montón de tipos de saco y corbata, pisando barro y estiércol con zapatos carísimos, en busca de una vaca que habla.
-A ver ¿quien es la vaquita que se está haciendo la loca y está hablando?- preguntó el gordo Medina con tono socarrón en dirección al ganado.
Entre todas las vacas, una se abrió paso y levantando una pesuña respondió tímidamente:
-Yo, yo soy la que estuve hablando un rato acá con Ramón-
La comitiva de Medina retrocedió cinco pasos y cambió súbitamente las sonrisas alegres de alcohol por una expresión de espanto absoluto. Uno hasta llegó a desmayarse. Nadie podía entender como esa vaca, común y corriente, que nada tenía de distinto a las demás vacas, estaba hablando en perfecto español y tono completamente comprensible.
Medina, invadido de terror y curiosidad, se acercó cautelosamente al animal, con la palma extendida, intentando tocar para entender. Antes de hacer contacto, la vaca nuevamente habló:
-Yo estoy tan sorprendida como vos, no te preocupes-
El hombre cayó de espaldas cuando intentó retroceder abruptamente, una vez más preso del terror. Mientras tanto, detrás suyo, los asesores intentaban reanimar al desmayado, sin quitarle los ojos de encima a semejante fenómeno. Medina, de a poco entendiendo el milagro, preguntó al animal:
-¿Como es que podes hablar? ¿Todas las vacas pueden? ¿Tenés algo para decirnos?-
-La verdad que no sé, yo estaba acá con mis compañeras pastando, como un día cualquiera, y de pronto se acercó Ramón, y así como así le dije "che, que loco el clima, ayer hubo una tormenta tremenda y hoy parece un día de verano". Me quedé estupefacta, no se de donde me salió eso. Y ahí nomás Ramón (mucho menos asustado que usted) me respondió que sí, que el clima estaba muy loco, e inmediatamente se fue, supongo que a buscarlo a usted, que no lo he visto por acá, pero por su vestimenta supongo que es el dueño de todo esto. Así que mucho gusto- cerró la vaca ante la mirada atenta de su público.
Mientras se recuperaban del impacto de ver una vaca hablando, los asesores, empezaron a murmurar entre ellos, asintiendo con la cabeza y poniéndose de acuerdo en ciertas cosas. Le ordenaron a Medina y a Ramón que no comentaran con nadie sobre la vaca y que volverían en unos días con novedades sobre la candidatura de Pascual a la presidencia.
Pasados tres días, el equipo de Medina volvió a la estancia, y le propuso una reunión con la vaca. Una vez más, pero esta vez ya dentro de la casa del candidato, todos se reunieron a conversar con el animal.
-Dígame, doña vaca, no se si usted tiene nombre, discúlpeme el desconocimiento ¿que planes tiene usted a corto y mediano plazo?- preguntó el asesor principal de Medina.
-Nombre no tengo, vio que acá no nos ponen nombre a las vacas, a los perros y a los gatos si, pero nosotras somos un número, así que de momento puede llamarme así, vaca. Y planes, lo que se dice planes, no mucho la verdad, mi idea era comer un tiempito más y después ir al matadero, que para eso estoy, digamos-
-Pero ¿usted está contenta de ir al matadero? ¿Sabe lo que es eso?- repreguntó el asesor.
-Si, si. Es el lugar donde nos hacen boleta, y después nos cortan en pedazos para que ustedes se coman un asado. No estoy ni contenta ni triste, es lo que me toca, lo que me cuenta Ramón desde chiquita. Así que hacia ahí voy-
El hombre, sin mostrar un ápice de compasión por el relato del animal le preguntó algo completamente inesperado:
-Dígame, Vaca ¿no preferiría usted, en lugar de ir al matadero, ser la próxima presidenta de la nación?-
Los asesores aplaudieron. Medina abrió los ojos y la boca tan grandes como su cuerpo le permitió. La vaca miró a Ramón con una expresión de...de vaca, sin mucha expresión. Ramón miró a la vaca con cara de vaca también, sin entusiasmo ni sorpresa. Medina interrumpió la conversación con algunas cuestiones, intentando desbaratar el plan de su equipo:
-Pero, es una vaca señores ¿como puede la gente votar por una vaca? Por más que hable y haga piruetas, es ridículo-
-La gente va a votar por lo que los medios y nosotros le digamos. El pueblo en general no piensa por sí mismo. La vaca es algo distinto, ajeno a la política, un fenómeno único en el mundo. La van a amar, tenemos la oportunidad de romper el record de electores- respondió uno de los asesores con el semblante de alguien completamente convencido y dispuesto a que no le entre ni una bala.
-Perdónenme señores, no los quiero contradecir- insistió Medina- Pero esto no es un juego, es política, y eso es una vaca, no tiene conocimientos de nada, no tiene propuestas ni estudios...- la vaca interrumpió a su dueño:
-Perdón que lo interrumpa señor Medina, pero yo soy economista-
-¿vio? No hable si no sabe Medina, la vaca es economista- contestó uno de los asesores mientras ya le hacía caricias en el lomo al animal-
-Pero ¿como puede ser economista una vaca? A mi me parece que esto está rozando la locura- dijo el gordo Medina mientras se agarraba la cabeza-
-No importa como es economista la vaca, es y punto. Nadie lo va a discutir, vamos a decir que entre las vacas tienen su propia universidad, y la vaca era el mejor promedio, creo que usted está sobreestimando la capacidad de los electores Medina- dijo uno de los asesores ya en tono de final de discusión.
-¿Usted que opina Vaca? ¿Quiere ser candidata a presidenta de la nación?- le preguntaron
-Yo quisiera ir al matadero, señores, pero de todas formas tengo que obedecer lo que diga el señor Ramón- dijo la vaca.
-Yo tengo que hacer lo que diga el señor Medina- agregó Ramón.
-Y bueno... yo tengo que hacer lo que digan mis asesores- completó el ya ex candidato a presidente.
-¡Perfecto entonces! ¡Todo arreglado! Hasta ya tenemos el posible eslogan: "Vaca Mbiando la política"- los asesores rieron, en tanto, Medina, Ramón y la vaca no presentaron demasiado entusiasmo. Finalmente, chocaron manos y pesuñas y pusieron en marcha la campaña oficial.
En pocas semanas, la vaca que habla se transformó en un fenómeno absoluto. La cuenta de Instagram "@vacapresidenta" se ubicó rápidamente entre las cuatro con más seguidores a nivel mundial. Los debates presidenciales televisivos, en donde la vaca repetía una y otra vez que ella no pertenecía a la clase política y que venía a terminar con la corrupción, rompieron todos los record de rating hasta la fecha. El cierre de campaña de la vaca juntó a un millón y medio de personas y se convirtió en el acto político más multitudinario de la historia. Donde quiera que apareciera aquel animal parlanchín repitiendo el discurso que le enseñaron, generaba absoluta conmoción.
Por supuesto que el resultado en las urnas fue abrumador, y la vaca se consagró con el 60% de los votos en primera vuelta.
En su acto de asunción, la vaca fue breve y certera:
-Hoy que soy presidenta, me doy cuenta que puedo pedir cualquier cosa y se debe cumplir. Así que, lo que quiero es que ya mismo venga el camión de vacas y me lleve al matadero a cumplir mi meta-
Los asesores se miraron atónitos. La gente enloqueció. Comenzaron los llantos y las corridas, todo se transformó en un caos. La vaca sin embargo, era la única que se mostraba (por primera vez) entusiasmada. Se paró en la calle y esperó con ansias su transporte final.
El equipo de la vaca y todo su bloque político decidió que no podían dejar que vaya sola, asi que se subieron al camión y la acompañaron a su destino. Los seguidores de la vaca no quisieron quedarse afuera, y exigieron más camiones hacia el matadero. Así durante toda la noche, los camiones llegaron de a cientos, transportado a la gente al fatídico lugar.
Aquella noche, la mitad del país murió junto a su líder, incluyendo a todos sus asesores y Medina. Ramón no, él lo vio todo en una televisión chiquita que tenía en la estancia. Nunca estuvo muy de acuerdo con las propuestas de la vaca.
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