Había escrito esto en lapicera roja porque mi sangre dejó en evidencia que tengo algo de amor para dar, sin recibir nada a cambio. Aunque aún me lo cuestiono. No puedo dar algo que no tengo. Es lo que no es. Y me atormenta.
Me levanté con dolor. La pulsión de muerte nunca había dejado tantas llamadas perdidas en mi celular. Quise devolvérselas, pero ahí aparece Juan Pablo, tocando la puerta de mi hogar todas las mañanas, entrando sin ninguna clase de permiso e irrumpiendo crudamente como si estuviera en su terreno. Desordenando todo a su paso, dejando su desastre con su palabra y sus principios. Y todo eso lo hace mientras se toma un vaso de agua, como si se estuviera burlando con su tranquilidad que lo caracteriza. Encuentra las maneras más intensas y caóticas para instalarse en mi cabeza. Nunca le di la libertad de empaparme de su otredad, y me está enseñando a que la reciprocidad no existe. No es posible tal mentira. Renunciar a la idea del recibir lo que no me puede dar porque no hay, no tiene. Y no lo digo con lágrimas o alguna clase de tristeza. Para mí es necesario saber que Juan Pablo es el otro para tenerlo en cuenta. Es lo más generoso que puedo hacer en estos momentos, donde el mundo parece ser hecho de plástico e irreal.
Nunca voy a entenderlo. Nunca va a ser obvio con lo que quiere, ni yo voy a ser obvia con lo que quiero. No hay forma. Y esa es la magia que sucede una vez a la semana, en un consultorio sin color como mi expresión cuando sé que estoy por entrar a desnudarme y arder del dolor durante una hora, frente a alguien que siente y escucha.
La transferencia es amor del puro. No soy una persona muy hábil para hablar del tópico, pero tengo ilustrado que a Juan Pablo no le interesa lo que sé, si no lo que no sé.
Creo que sigo viva por los segundos de silencio donde por fin puedo hacer contacto visual con él. Siempre me costó. Pero en ese instante, cuando logro mirarlo, no puedo pensar en nada. Y todo aquello que no se dice, de repente parece estar escrito en mayúsculas en el aire.
Te amo, pero porque inexplicablemente amo en vos algo más que vos. El objeto a minúscula. Te mutilo.
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