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La trampa.

Dolbach

Dec 14, 2024

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La trampa.
Nuevo concurso literario en quaderno

El truco del almendruco.

Tras la cena de empresa, el más listo, a sabiendas de que ha bebido, vuelve a casa por la, poco iluminada y llena de baches, carretera vieja.

Así hace el PP.

Saben los listos de esa derecha rancia que si algún día los detiene una policía honesta, si los juzga una Justicia decente, si los analiza un votante sin prejuicio y crítico, harán saltar la alarma del alcoholímetro. Por eso siempre acuden a sus vías de escape, aunque sean casi intransitables, incómodas, oscuras y llenas de trampas.

ETA, Venezuela, Amnistía, inmigrantes, okupas, se rompe España, ya nada es como antes... Cualquier cosa con tal de que su mierda se tape.

Tienen la suerte de contar con la complicidad de quienes habrían de hacerles soplar.

Fuerzas del orden, Justicia, Prensa, van tan borrachas de corrupción como ellos mismos.

Así está el tráfico.

...

Perder.

De nuevo la derrota en una de estas pintadas.

Te vas quedando solo cuando te pones de parte de los débiles. Se nota. A cualquier político le pasa. A cualquier cura (los hay buenos también, aunque ni tú ni yo los conozcamos), a cualquier médico, a cualquier empresario.

Quienes se posicionan contra los poderosos pierden.

Yo podría estar a bien con todo el pueblo siendo un sin sustancia que asiente a todo y no opina sobre nada que no sea: "Está fresca la mañana".

Mi vida no es mejor por este continuado mojarme en política. Peor, acaso, podría afirmar, si le diera importancia a lo que piensa de mí tanto facha, pero el caso es que, sin ser nada, creo que este estar bajo la borrasca, me parece necesario.

Una amiga me decía hace unos días:

"Quizás todos deberíamos mostrarnos, pero genera tanta incomodidad..."

Yo lo comprendo, lo acepto (¿Qué otra cosa puedo hacer?), pero entiendo que ese no quedar mal, debilita la decencia, debilita a los débiles.

Sean mejores que yo.

...

Lo que lucen los pedestales.

Comprendo que es cansado e incluso desesperante leer a un tipo que se muestra tan pesimista como yo.

Pero me pasa que a veces doy una vuelta por este barbecho de opiniones en noticias o apuntes diversos y también, de vez en cuando, opino por ahí.

Suele suceder que entonces aparecen varios de los gil de los albornoces con sus típicos insultos y/o estupideces, y como es continuado y no tiene fin por mucho que la tecla de bloqueo eche humo en mi teléfono, pues se me llena el depósito de desesperanza y desánimo.

Esto es matemático.

Y es que no entiendo el sentido que tiene defender al opresor, al que nos roba, al que nos miente, al que se ríe del Pueblo; de ti y de mí, constantemente.

¿Por qué sucede?

¿Es el mantenerse en el error para no sentir que se ha estado toda la vida equivocado? Eso cabe para los ancianos.

Pero, un joven con, al menos, los estudios básicos, que no tiene acceso a un decente contrato de trabajo, a una vivienda con un precio asequible, ¿por qué defiende lo que le hace daño?

Es fácil, lo sé, apuntarse al rebaño; ser del Madrid, venir a casa en comandita apoyando la sinrazón del macho, ponerse la pulserita, compartir lo que sea con un líder y sentirse del grupo. Aceptado. Pero es un suicidio social no querer ver.

Es matarse y matar al de al lado.

Hoy, incluso el Papa, uno de sus productos sagrados, es algo malo. Porque dice querer ser de veras cristiano (que ni lo es ni se espera que lo sea).

Me resulta doloroso ver tanto desatino.

Pero todo esto explica el por qué de Ayuso, de Abascal, de Almeida, de Mazón, del éxito del telediario...

Lo ridículo, lo pernicioso, lo letal, ensalzado por el Pueblo. Contra el Pueblo.

No hay como explicarlo.

Dolbach

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