Estoy acá otra vez, estoy viendo esa taza hace horas, desde que se me rompió la guardo en una caja de zapatos y dejo la tapa abierta, se me hace raro que no se arregle sola y que el tiempo tampoco la arregle. Como cuando era pibe y le dejaba los juguetes rotos en la mesa de luz a mi vieja y se arreglaban solos… Jaja, qué inocente, ahora con 20 años me doy cuenta de que no era el tiempo quien los arreglaba sino mi vieja. Me acabo de dar cuenta que la frase "el tiempo lo cura todo" es mentira, no cura nada ni arregla nada, él solo pasa y nosotros cambiamos, pero ese es otro tema.
Desde que se me rompió la taza me quedo mínimo 3 hs contemplándola; mis amigos me dicen que compren otra, que hay muchas mejores, que hay más lindas, más caras, tazas europeas, rubias, tazas que cambian de color con el agua.
Pobres mis amigos, qué incrédulos, se piensan que pasa por tema de estética esto, aunque tal vez tengan razón. Quizás mi taza no sea la más bella, pero es mi taza, es la que estuvo ahí en esas noches en el sillón, es la que hecho a la soledad de la casa para hacerme compañía, fue la que me acompañó en mis mejores y peores momentos.
Pero eso mis amigos jamás lo van a entender. Se dejan guiar por la burda hegemonía, sin darse cuenta lo importante de la taza, el interior. Y ahí me di cuenta de que no se trataba de una taza sino de una persona, y que tal vez el hecho de haber leído hace poco "Carta a una señorita en París" me esté jugando encontra y quizás dentro de poco remplace emociones con conejos ficticios, pero eso no importa, a diferencia de Cortázar dejaré que las emociones o esos conejos inunden el departamento, total sé que esa taza jamás se arreglará, tal vez sea hora de que agarre la cinta y pegamento y trate de solucionar las cosas, pero prefiero que todo quede así, es decir, para que fingir que esa taza va a seguir siendo útil cuando todo dependerá de cuanto dure el pegamento o mejor dicho hasta que volvamos a discutir. Por eso prefiero contemplar lo que son los pedazos rotos de la taza o mejor los recuerdos.
Es hora de darle nombre a este problema, pero aunque le dé nombre a este problema hay una analogía que no dejará de estar, cada vez que agarre los pedazos de taza me seguiré cortando a mí mismo, tengo que deshacerme esa taza para continuar, no puedo seguir con ataduras de recuerdos y del pasado, y ahora me doy cuenta de que al fin y al cabo el tiempo sí lo cura todo…
Lucio
Estudiante de periodismo que utiliza este sitio para compartir algunas de sus redacciones y/o reflexiones, cada aporte es bienvenido.
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