Siempre había sido una persona alegre, llena de vida y proyectos. Pero últimamente, una sombra oscura había comenzado a adueñarse de su interior. Era como si una niebla espesa hubiera envuelto su mente, nublando sus pensamientos y robándole la paz.
La ansiedad se había convertido en su compañera inseparable. Una danza constante de preocupaciones y miedos que la atormentaban día y noche. Cada pensamiento se convertía en una espiral descendente, arrastrándola hacia un abismo de incertidumbre. La depresión, como una sombra alargada, la seguía a todas partes, apagando su luz interior y llenándola de un profundo vacío.
Sentía como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, rodeada de muros invisibles que la separaban de la felicidad. Los días se volvían interminables, cada hora una lucha contra sus propios demonios. La esperanza, esa pequeña llama que alguna vez había brillado con intensidad, se había reducido a una débil chispa a punto de extinguirse.
A pesar de todo, una voz interior le susurraba que no se rindiera. Que aún quedaba una chispa de vida dentro de ella, una fuerza que la impulsaba a seguir adelante. Recordaba los momentos felices, las personas que la querían, y se aferraba a esos recuerdos como si fueran un salvavidas.
Comenzó a buscar ayuda, a hablar con alguien sobre lo que estaba sintiendo. Poco a poco, al compartir sus miedos y preocupaciones, comenzó a sentirse menos sola. La terapia le proporcionó herramientas para enfrentar sus emociones y cambiar sus patrones de pensamiento negativos.
El camino hacia la recuperación fue largo y difícil, lleno de altibajos. Hubo días en los que la ansiedad y la depresión volvían a apoderarse de ella, pero aprendió a reconocer las señales y a buscar estrategias para hacer frente a esos momentos.
Con el tiempo, la sombra interior comenzó a desvanecerse, dejando paso a una luz tenue que poco a poco se iba intensificando. La alegría y la esperanza volvieron a ocupar su lugar en su corazón, y aunque la batalla aún no había terminado, sabía que estaba ganando la guerra.

Gabriela
Soy una apasionada de las palabras y los mundos que crean. Exploro lo mágico en lo cotidiano y comparto historias que resuenan con quienes buscan un escape o una reflexión.
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