Dejaste el cuerpo,
acudiste al llamado,
te fuiste sin aviso en una noche interminable,
murmurando un adiós imperceptible.
Cerré los ojos para abrirlos de nuevo,
lleno de barro adherido hasta los huesos,
y en una pila de escombros,
donde la humedad llovizna,
vi la niebla hacer suspiros por tu piel.
Las raíces esculpieron tu ataúd
a su manera, y tu alma desdibujada,
caminaba borracha entre las sombras de los árboles.
En las nubes que se mueven,
que hacen luces entre cada mueble de la casa,
veo tu silueta representada tan sencilla.
Así pasaron todos esos días próximos en los que te fuiste,
depredados por las luces moribundas, titilantes.
Días que yo siempre supe
que estaban ahí, en ese "pronto"
que nunca es ahora, que siempre se aleja.
Hoy, solo pienso en volver a verte
sin escarbar entre la mugre,
verte para poder tenerte cerca
y decir "después",
verte morir de nuevo
y decir "después",
como si esa palabra sola
pudiera sostenerte.
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