La soledad se volvió parte de mis encuentros con vos.

La soledad se volvió parte de mis encuentros con vos.

Han pasado, tal vez, unos cuatro años de la ultima vez que nos vimos, ella tenia puesto un piloto gris hermoso, me contó la historia de el: se lo robo al ex novio de la secundaria que era de su mama que era de su mama, ella lo había comprado en una subasta a los diez y ocho años. La ultima charla como toda ultima charla fue muy recordable, algo extraño, doy por echo que se tienen conversaciones mucho mas interesantes que valen la pena recordar pero por alguna razón uno decide olvidar; en sus ultimas palabras, frías, me contaba que iba a hacer un viaje a no recuerdo donde, del otro lado del mundo seguro, y que no sabía cuando volvería y si es que volvería. Luego comento lo bien que lo habíamos pasado en todo ese tiempo que nos conocimos, recordamos las mejores noches y los mejores planes, como la vez que de sorpresa la lleve a una instrucción de tiro: la pase a buscar una tarde de domingo había viento pero un sol que hacia amable la tarde, cuando se subió al auto la mande a cambiarse porque estaba producida como para ir a gala, luego fuimos hacia el polígono de campo, cuando llegamos me entere de que su padre, el cual fue policía, había muerto por una bala perdida en un polígono cuando ella tenia diez años, cosa que no me había contado porque, hasta ese día, no había superado su trauma. No recuerdo mis interacciones en la ultima conversación, mas allá de aportar en las anécdotas y de asentir con la cabeza o decir un esporádico “te amó”. Nos dimos un ultimo beso, no fue en la boca, no hubo necesidad ni consentimiento, ese consentimiento no charlado que se siente y se confirma con la mirada, fue en el cachete, como si fuéramos “amigos” luego un abrazo incomodo: fue largo, de unos 7 u 8 segundos, fueron eternos, ninguno de los dos quería soltar al otro pero ella quería que la despedida sea lo más rápido posible y yo quería irme para poder transitar las sensaciones de una despedida cosa que por la vorágine no podía transitar en ese momento y actuaba en automático. Sus ultimas palabras fueron —“adiós, nos vemos”— a lo que conteste —“nos vemos”—.