Nadie entendía aún lo que pasaba frente a sus ojos, pero sabían dos cosas: El novio estaba muerto,. y era la novia quien lo había matado.
O lo que debería ser la novia, pero era en realidad una bestia furiosa.
Las personas gritaban y salían corriendo de la Iglesia, mientras la bestia se cobraba más víctimas: y se abalanzaba sobre los miembros de su propia familia. Tal vez algunos fueron a buscar armas, tal vez algunos se encerraron encerrarían en su casa sin más, otros decían: “¡Yo sabía que era un varón!”.
Mercedes aún no podía moverse., estaba en shock. Veía el espectáculo sangriento ante sus ojos, veía el cadáver de su hermano tirado en el piso del un lugar sagrado, y sentía como que ese cadáver era el suyo también., ella también había muerto. Todo lo que esperaba de su vida ya no existía, ni existiría jamás. Moriría siendo simplemente la hija de su padre, y nada más. Entró en un estado entre catatónico y delirante, estaba entre débil y fuerte. Para ella, la balanza solo podía inclinarse a un lado. Recordó la daga bajo su vestido, y la apretó fuerte.
Mercedes se levantó de su asiento y tomó una decisión. Llamó a la bestia, que sabía que en realidad era Dolores, en realidad. La bestia no se mostró violenta con ella, sino que se amansó., y Mercedes pudo reconocer los ojos de la muchacha entre la piel alquitranada. Podía ver su frustración en esos ojos, sus las inmensas ganas de vivir una vida que nunca tendría. Ella podía entender eso. Pero Dolores le serviría para alcanzar la suya.
***
Sangre. Sangre. Sangre.
Lo había hecho. Había cedido a toda su ira contenida y había masacrado, no a su familia, sino a los que, con instinto salvaje, identificaba como sus depredadores. Eran ellos o ella.
En realidad esto no resolvía nada, pues seguía siendo un monstruo incapaz de vivir entre humanos,: la carne atascada en sus colmillos lo evidenciaba. Tal vez su mayor problema sería siempre ella misma.
Pero, mientras todos huían despavoridos de ella, logró escuchar algo que no fue un grito de horror:
“¡Dolores!”
Era Mercedes, aquella chica que seguía viéndola, aún en esta forma. No parecía asustada, aunque Dolores acababará de matar a su hermano, no parecía asustada. Sus ojos le parecían comprensivos, y cuando Mercedes acercó su mano a su hocico, Dolores bajó completamente la guardia. Y se dejó consolar.
Lloró en el regazo de Mercedes como si fuera una niña., o tal vez aún seguía siendo una niña. La sensación infantil la transportó a un recuerdo querido: cuando tenía 10 años, y estaba con Mercedes en un rincón de la casona mientras los adultos hablaban. Mercedes vestía de negro en ese entonces: su madre había muerto recientemente. Dolores recuerda enterarse y haber sentido tanta mucha compasión por aquella niña sola y sin madre. Pues, sin necesidad de que la muerte se involucrara, ella se sentía igual. Recuerda lo silenciosa que estaba aquella niña Mercedes., llena de furia, tal vez. Y recuerda cómo la tomó entre sus brazos y la abrazó, aunque Mercedes nunca haya sido demostrativa. Sintió que esa vez, una de las tantas paredes que Mercedes construía alrededor suyo se había caído, pues la sintió llorar en su hombro, en esa casa llena de adultos que parecían no ver a las muchachas como ellas. Ahora era la mano de Mercedes la que le acariciaba la cabeza y el hocico, lleno de sangre fresca, y era Dolores ahora la que lloraba en su regazo. La pared que había reconstruido,( pues nunca volvieron a hablar del incidente), se había caído de nuevo, en este entierro. Y Dolores pensó que Mercedes era como un ángel, un ángel que la estaba guiando a un lugar mejor mientras le perdonaba sus pecados. Tal vez si ambas huían de este lugar, de este pueblo maldito, algo podrían hacer juntas…
***
Mercedes se distrajo un momento con todo el ruido que parecía venir venía de las puertas de la Iglesia: la gente había vuelto.
María estaba en las puertas cuando sucedió: . los esclavos no eran invitados a las bodas como tal, entonces se limitó había limitado a quedarse en la entrada y afuera para ver por las ventanas.
Es verdad que cuando vio la matanza, se horrorizó. Pero más se horrorizó cuando la gente del pueblo volvió con pistolas y sables, listos para matar a aquella bestia que era su Loles.
Más tarde, Los que ahí estuvieron hablarían de una negra que les bloqueaba el paso, al grito de “¡No la lastimen!”. Mostró tanto cariño hacia la abominación que todos asumieron que era una debió ser invención suya, creada con alguna magia macumbera propia de las brujas negras.
A nadie le importó pasar sobre por encima de ella, pero cuando finalmente entraron a la iglesia, se encontraron con algo sorprendente.
Mercedes había domado a la bestia.: Eesta estaba recostada en su regazo, profiriendo grandes sollozos. Mercedes acariciaba su cabeza, y daba la impresión de ser una santa piadosa y la bestia, un simple pecador arrepentido. La iglesia parecía un escenario perfecto para tan conmovedora escena, pero el momento no duraría mucho.
Cuando Mercedes se aseguró de que Dolores había bajado la guardia, sacó la daga de su escondite, y la clavó lo más fuerte que pudo en su pecho animal.
La criatura dio un alarido sin igual.: había sido traicionada.
La sangre brotó de tal manera que salpicó por entero de rojo las ropas de Mercedes, que se posicionó sobre el altar con la bestia. Esta era su boda, después de todo, su casamiento con lo que siempre quiso. Posicionada frente a un vitral sin brillo, pues la luna había desaparecido, recordó las historias que había escuchado, historias que le había contado su padre tal vez. E hizo algo para tomar su un trofeo y consolidar su triunfo. Tomó el cuello de Dolores, que no se resistía, y lo cortó con la daga, hasta separarlo por completo de su cuerpo. Sostuvo la cabeza en alto, y la gente del pueblo vitoreó vitoreaba. Y sorprendidos, todos vieron todos cóomo el cuerpo de Dolores volvía a la normalidad. Con su cuerpo expuesto, todos pudieron confirmar que no era se trataba de un varón, pero ahora todos creían convencidos que debió haber sido una bruja.
En ese momento, Mercedes se sintió divina. Se sintió Judit y se sintió Porasy, se sintió el culmine la culminación de todas las heroínas del mundo. Estaba tan extasiada con este nuevo poder, que seguramente no notaría al hombre que subiría con ella al altar y le arrebataría la cabeza de la bestia para exponerla él, en su lugar. Ni tampoco notaría a los que en breve lavarían todo el rojo de sus ropas.
Tal vez ser la salvadora del pueblo, la bendición del pueblo, era un papel mucho más silencioso de lo que había pensado jamás pensó.
Y así es como murió a quien llamaban Dolores, la Maldición., en una noche oscura y sin luna. acompañada, primero con el miedo y luego, con la alegría del pueblo.
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