Semilla del odio

Y vieron sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos; por es lo odiaban y no podían hablarle amistosamente.

Génesis 37:4

Armandito es un niño raquítico, de esos que aparecen en los reportajes de África, pero blanco.

Usa lentes de fondo de botella y a sus doce años, tiene el don de la palabra.

Aun con su voz de pito flauta, posee la habilidad de convencer a todos los que lo escuchan: la palabra de Dios es la ley. Por tanto, romperla, tiene implicaciones muy serias.

De todos los niños que asisten a catecismo, mi hermano Pincho incluido, ninguno es capaz de predicar con tanto fervor como él.

Alguien con la capacidad de infundir el miedo sagrado.

Años después, sorprendió a la congregación, megáfono en mano, declamando los vivas al 26 de julio y citando al Comandante con aquello de: ¡La universidad es solo para los revolucionarios!, desde una tarima improvisada en plena calle. 

Los argumentos son diferentes; la esencia del discurso sigue igual.

¡Palo con esos disidentes, carajo!

 Así se va persiguiendo a aquellas mujeres que corren de la turba enfebrecida, con el gladiolo en la mano cada domingo, señal de protesta por sus hijos presos políticos.

¿Quién te viera y quién te ha visto, Armandito?, como dice Kamankola.

De monaguillo a dirigente y de ahí, a embarcarte en esta travesía por la selva para llegarle a la frontera para aplicar a parole.

Yo, que vengo caminando desde Venezuela por el Darién, he dormido en los camiones apestados de sudor y esperanzas de muchos, que casi no me puedo sentar por andar a lomo de mula; simplemente no puedo creer que estés aquí.

Tan campechano, haciendo la cola en la oficina migratoria los lunes y trabajando de martes a domingo con otros exiliados en el CarWash.

Alegrando a los demás: ¡Esta semana si nos llega! ¡No desesperen que todo sucede cuando debe!

Definitivamente, se trata de él, no quedan dudas de ello, aunque hayan pasado más de 15 años.

Sigue siendo el mismo, espejuelitos y voz de niña.

Para los tipos como Armando, resentidos con el mundo; cualquier oportunidad es buena para incitar al odio.

Y no, no me alegra que te estén llevando preso, deportado en ese avión. Pero si verdaderamente existe algo divino, y ese ser conoce la justicia, te las está cobrando todas; hijueputa.  

 Mario, pero no Hernández.