Me hace falta desaparecerme un ratito.
Darme un retiro tardío y pensar con claridad.
Quién dice y eso me ancle con suavidad a seguir.
Porque no me quiero ir así,
así de triste
sola
así de molesta
furtiva
pesada y abatida,
así de cambiada.
Quiero tocar con pies descalzos la vida,
sin miedo a espinas y amorsecos.
Quiero saborear el agua,
y no sentir el nudo en el estómago
y las cadenas en la garganta.
Capaz me haga falta llorar un poquito menos,
o tal vez un tanto más.
Capaz no lloré lo que tenia que llorar.
Pero no sé
no sé nada
ni cómo estaré
ni dónde
ni con quién
cuántos.
No me sé la hora y
eso me pasa por no aprenderme
los números romanos.
Me falta
y esta vez no hay ni 'quizás' ni 'capaz'
yo sé que me falta estar unos momentos
en silencio
en la represa
en la plaza
en tu casa -nunca en la mía, no-
también en la salida
o solo en tu patio.
Espero que el viento me susurre rápido la fácil trampa
de cómo salir de esta.
Y es tonto, lo sé.
El viento me lo dijo,
él no hace trampa nunca.
Por eso no sabe de eso.
Me dijo
una vez en un día
que él prefiere la verdad.
Y bueno, yo espero cualquiera de las dos.
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