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La puerta

Aug 21, 2025

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La puerta
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Hacía dos años que no lo veía. Dos años de silencio, de creer que la sombra se había disipado. Y de pronto, una noche, volvió como un animal. Saltó el portón, rompió la puerta de entrada y entró en mi casa como si nunca se hubiera ido. No buscaba verme, ni hablarme: me robó el lavarropas. Ese fue su saludo después de tanto tiempo.

Golpeó la puerta con tanta furia que la casa tembló. No fue solo la chapa de la puerta la que crujió, fue mi mundo entero. Desde ese día supe que ya no podía quedarme. El abogado me lo dijo con la calma de alguien que repite siempre lo mismo: “los tiempos de la justicia no son tus tiempos, lo mejor es que te mudes, lejos, cosa que no te encuentre”.

Me fui con lo puesto y un poco más.Dejé el trabajo, los amigos, la rutina de cada día. Aprendí a llorar en los rincones: en la ducha, mientras la comida se enfriaba, incluso en sueños. El llanto me acompañaba como un perro fiel, acechándome en cada respiro. No alcanzaban las horas del día para preguntarme por qué me pasaba todo a mí.

Y cuando creí que en medio del derrumbe había un refugio, descubrí otra herida. El hombre(si así podía llamarlo) con el que compartía la cama me traicionaba a escondidas. Esa puñalada no fue ruidosa como el golpe de la puerta, pero dolió más. Yo estaba vulnerable, rota, y aun así alguien eligió empujarme más hondo.

Así fue como entendí que no existe un solo derrumbe. Primero cae la puerta, después la casa, después vos.

(Continuará)

Celeste Burgio

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