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La princesa y el sapo

Aug 23, 2024

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La princesa y el sapo
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Y son las 23 horas de un largo día y pude diseñar 30 formas de quitarme la vida. Todas creativamente poéticas, con el dramatismo justo para que no escape de la belleza. El único problema es mi cobardía. Y la importancia que le doy a la vida

Se muy bien que es como dijo Camus una vez: 

“Matarse es resignarse a la costumbre de vivir”

Costumbre hechizada, abrumante y aturdible, la de estar todo el día en mi cabeza. Pensamientos descarados, no paran de sofocarme. Y cada cosa, cada paso, cada otro, es singularmente detallado en mi mente, da vueltas choca y crece, no deja lugar a lo negro, a la nada. 

Me resigno a mi cabeza, o la voz dentro de ella. 30 malditas formas hazañosas y abismales. Prefiero la casualidad, que no crean que fui yo la que decidí dejarlos. No busco su condolencia. Ser una mártir que le sonrió a la vida que TANTÍSIMAS cosas le dio. Porque no saben lo mucho que me asusta el tanto. Y es de todo, una barbaridad. No quiero dejarlos, no crean que los odio. Prefiero la casualidad del acertado destino, y que casualmente haya escrito para mi,  solo 21 años de historia y ninguno más. 

Firmé con el irónico nombre de Loilta Rimbaud, sabiendo que los lectores incultos nunca captarían la indirecta de referirme a mi, como aquella mujer que una vez fue una niña, y cuando lo fue, la falta de inocencia y juguetes acabaron con su ternura. Y atribuirme en el apellido, el peso de uno de los poetas malditos de la época. Para que entiendan el desasosiego de la carta, falsa y bromista, -o un poco real noches-. Para que entiendan el fatalismo, atrevido y traumado, del mensaje ficticio, que algunas veces creo como cierto.

Claramente, luego de una segunda lectura, la descarté en el montón de papel y cigarrillos que tenía en el cesto de mi escritorio. 

Pensar que alguien alguna vez me leerá, y se preguntará cual de las 30 formas pude ejecutar, y tener que decepcionarlo con el facto de que en realidad sigo en pie, me corrompe. Ni aun cuando escribo, con las manos temblando de sentimientos, puedo decir la verdad. 30 formas creativamente hazañosas, ja!, ni siquiera puedo incar mi dedo con una aguja, o comer las semillas de una manzana. Ni las princesas mas cobardes, pueden con mi falta de valor.

Le di un sorbo al café, un poco tibio e imbebible, divague un rato esforzandome en crear al menos una forma poética de morir. Y cuando en mi mente se consolidaba la descarada idea de tragarme un collar de perlas y destriparme en su búsqueda, -como si fuera una opción real-, tocaron el timbre. 

Terminé de un solo tirón el café, corrí al baño a pintarme los labios - me retoque también las ojeras-, guarde en mi cartera los restos de tabaco y sedas tirados en la mesa, y salí del departamento.

Valentina Carrizo

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