la primera declaración

flaco, lo que siento por vos es irrevocable, le llaman química, a mí me gusta decirle atracción frenética, pérdida del sentido común, ese que en mi existencia precedente a esta experiencia digna de metamorfosis me conducía por el vulgar incentivo y apetito inherente a nuestra mortalidad, como el sediento que no saborea o el que come para sentirse lleno pero no está satisfecho

lo que estoy viviendo ahora es otra cosa, ¿sabés? es fiebre aguda al rozarte la piel, es inyección de heroína en la vena, es ritual nocturno con mi cuerpo de ofrenda, sos cosmovisión en el lóbulo frontal de mi cabeza, el planificador y ejecutor de este recurrente desvarío que me corroe el alma, este virus de amor salvaje, que de seguir así voy a acabar en algún exquisito engendro remoto donde traten casos de amantes compulsivos peligrosos

pero estoy re feliz, tenés la certeza de que es así cuando la ferocidad lo hace todo más llevadero, más seductor, divertido incluso, me opongo a inhibir lo que siento, no quiero mitigar las fantasías ni convertir esta pasión arrolladora en amor culto y literario porque de eso ya te tengo harto, simplemente vamos a disfrutar(nos) hasta que el frenesí se convierta en un suave bolero que yo sí o sí al séptimo cielo te llevo