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    La primera calada

    Aug 24, 2024

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    La primera calada
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    Acostumbrada al ajetreo paupérrimo del alma en desasosiego. Sin embargo, ese día, una sombra oscura se cierne sobre su alma y sabe que, quizás, aún hay un desafío pendiente. Sus dedos temblorosos buscan consuelo en el cajón del escritorio, donde guarda una cajetilla que aún no ha abierto. La melancolía le susurra al oído, pretenciosa, alentándola a probar ese vicio fugaz que otros encuentran como refugio.

    Mira los cilindros de papel y tabaco con cierta indecisión. Sabe que eso no resolvería su dilema, pero la voz interna le murmura que, tal vez, el humo puede envolver sus penas y permitirles escapar con él, al menos por un instante. ¿Será esa el ancla del adicto cuando el placebo se vuelve parte de él? ¿La huída fugaz de lo inevitable?

    No hay ánimos para preámbulos. El cilindro entre sus labios, un nudo en la garganta. Un pensamiento fugaz que cruza su mente: duda, curiosidad, vacío. Pero no hay resistencia ante la tentación de buscar algo que alivie su pesar. Con la mano tiritante lo enciende y aspira, profundo. Deja que el humo nuevo y desconocido cargue sus pulmones.

    El sabor acre y el olor inconfundible del tabaco llenan el aire a su alrededor, las primeras volutas elevándose hacia el techo. Cierra los ojos, la angustia y el humo se fusionan en un escape instantáneo. Breve lapso, parece que en el mundo exterior desvanece el dolor. Pero, pese a su intento, la realidad que la espera a la vuelta de cada bocanada no tarda en notificarse.

    El humo no tiene el poder de disipar la verdad, ni de sanar las heridas de su alma. Tiene la angustia en sus iris y la mirada en la ventana. El mundo allá afuera sigue ahí, esperando, acechando, vigilándola desde la oscuridad; renacido fénix de su propia alma. Pero ¿qué pasa con quien quiere permanecer en las cenizas?

    * Relato de autoría propia. Derechos reservados.

    Valentina M.

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