La poesía es cotidiana

No sé si lo sabías, pero la poesía está en todos lados. Una amiga una vez me dijo que leyó en algún lado: "La poesía nunca fue divina. No porque le falte poder, sino porque no hace falta elevarse tanto para sentirla."

Ahora yo digo: La poesía siempre fue cotidiana. No porque no sea extraordinaria, sino porque no hace falta ser un poeta para verla.

La poesía es mundana. Es amor, es tristeza, es alegría, es enojo.

¿Qué significa ser poeta si la poesía está en cada latido del corazón, en cada lágrima derramada y en cada suspiro profundo?

¿Acaso es la poesía un arte reservado para unos pocos elegidos, o es el lenguaje del alma que todos llevamos dentro?

Está en los suspiros que escapan de nuestros labios y en las lágrimas que brotan de nuestros ojos. Es la melodía que se esconde en el silencio y el eco que resuena en la soledad.

¿Cómo es posible que algo tan común como el aire que respiramos, pueda albergar tanta belleza y profundidad?

La poesía es todo lo que hay y lo que no. Lo que sentimos y lo que queremos. Está en todos lados y es parte de todos.

¿Por qué buscamos la poesía en los libros polvorientos o en las palabras rebuscadas, cuando podemos encontrarla en los pequeños detalles, en los momentos cotidianos?

En cada amanecer y en cada anochecer, en cada sonrisa y en cada lágrima, la poesía se manifiesta, sutil y etérea, invitándonos a contemplar la belleza de lo ordinario.

Porque al final del día, la poesía no es solo un conjunto de palabras bellamente entrelazadas, sino la expresión más pura del alma humana.

No es necesario buscarla en lo alto de las montañas, ni en los rincones más oscuros de la mente. La poesía está acá, entre nosotros, en lo cotidiano, esperando a ser descubierta en cada momento que vos te das la espalda y no te das cuenta que en susurros de vida ella te pide que la entiendas.