Yo sé que hay una diferencia entre un cuerpo que respira
y uno que fue quemado por el tiempo.
Miro esas alas: una intacta, la otra devorada.
La ternura es cruel cuando se desmorona,
cuando mi cara se vuelve otra cosa
que ya no se mira.
¿Y cómo no ver mi mueca?
Esa boca quieta,
que antes habría cantado,
hoy no dice nada.
Ni una queja,
ni una palabra para la piedad.
Es como si el cielo se hubiese quedado quieto,
como si la tierra también lo hubiese olvidado.
Las ruinas no sueñan,
pero todavía me sueño.
Me imagino en cada golpe de viento,
en cada grieta,
y me pregunto cuándo dejé de ser.
Mis manos, esas manos que apuntan al pecho,
como diciendo: "todavía estoy".
Pero no estoy.
El mármol no respira,
solo recuerda lo que fue,
solo guarda la huella del fuego.
Así, me veo,
en el cruce de dos tiempos,
en la contradicción de la belleza que ya no es.
Un ángel roto, pero ¿quién no lo está?
¿Quién sigue intacto cuando lo tocan los años?
La piel de los ángeles también se pudre.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión