mobile isologo
buscar...

La periferia como condición latinoamericana

bernarda

Jun 15, 2025

92
La periferia como condición latinoamericana
Empieza a escribir gratis en quaderno

Disclaimer: Leerme es atravesar la constante dicotomía con la que escribo. Leerme es cuestionarme, con toda razón. Con esto dicho, la invitación a hacerlo ya ha sido enviada.

Me encanta escribir. Desde incluso antes de saber escribir. Planificaba mis cuentos, los escribía y los ilustraba. El destino de todas mis obras prematuras era más o menos el mismo: terminaban en la basura o perdidos en algún cajón de cosas que no querés tirar pero tampoco conservar y que, hasta hoy, no volví a abrir. 

Hoy, más de quince años después, sigo escribiendo. Tengo quinientas cincuenta y tres notas en mi celular y dieciséis cuadernos que uso para escribir manuscritos. Muy excepcionalmente comparto lo que escribo, porque soy egoísta y me gusta que solo sea mío. Y, principalmente, porque me da vergüenza. Porque sólo puedo pensar: nadie me va a leer. Nadie va a querer leerme. Y desde ese pensamiento que se instaló en mí tan gratuitamente, nació una lista de me gustaría que no tienen otra función más que estorbar cualquier posibilidad de tener un juicio alternativo sobre lo que escribo.

Me gustaría tener una columna exitosa en algún diario importante de alguna ciudad relevante. 

Me gustaría publicar mi libro y que sea un best seller. 

Me gustaría concursar con mis palabras y ganarlo todo, hasta lo que no está en juego.

Me gustaría consagrarme en vida con mi escritura.

Me gustaría no tener una lista de me gustaría tan extensa.

Y me gustaría no poder seguir enumerando tantas cosas más. Todas involucrarían no ser yo. Ni escribir de la forma en la que lo hago. Ni poner en duda todo lo que tengo como certero. Ni afirmar todo lo que cuestiono. Ni vivir en la ciudad en la que vivo, que está muy oculta, para vender una inmensurable cantidad de ejemplares de mi libro. Libro que todavía no he escrito pero ya estoy duelando, porque parece que habitar dentro de un escondite ya es una sentencia de muerte. Muerte a las ideas. Muerte a la creatividad. Muerte al éxito.

América Latina, desde su invasión, estuvo cubierta de subordinación e, increíblemente, la periferia también tiene su jerarquía. No es lo mismo ser un soñador en Paris, en Londres o en Nueva York que serlo en Ciudad de México, Lima o Buenos Aires, peor aún ser de Tlapa, Cajamarca o Salta. Y no empecemos a interiorizar en las regiones. La mirada eurocentrista con la que ha sido sentenciado este gran sector del continente es crucial para definir nuestra identidad, nuestra cultura y nuestros anhelos. Es mucho más sencillo diferenciar las fronteras geográficas, que muchas veces han despertado conflictos bélicos entre distintos Estados, que dibujar los límites de nuestros sueños. Seguramente se preguntarán el porqué de tan bizarra analogía, pero la verdad es sencilla: ser latinoamericano es nacer con una condena inherente, los sueños tienen un margen del que no se puede salir. Es como pretender conocer lo que hay después de la muerte, solo una respuesta es segura, la incertidumbre. Los menos arriesgados pueden decir que no hay nada. Pero nadie ha ido más allá, ni de la muerte, ni de América Latina. Nadie ha vuelto para contarlo. Nadie ha vuelto para quedarse. Ni el muerto ni el migrante. Algunas almas merodean a lo lejos tan sigilosamente que se puede escuchar la culpa o el olvido pero nunca el silencio.

Por supuesto que hay latinoamericanos que han tenido éxito. No importa si ha sido respondiendo a las necesidades que las grandes potencias demandan. El punto es que han podido salir del escondite. Sin embargo, esto no inhabilita el factor improbable ni cuestiona las condiciones que hacen que ese éxito sea tan improbable. Celebramos a nuestros referentes por ir más allá, pero sugiero la discusión de por qué sigue siendo tan imposible para tantos. Mi propuesta es que es una protección del sistema: permite algunos pocos casos de excepción, para justificar miles de fracasos.

Además, cuando nuestra identidad acarrea consigo un largo historial de juicios que nos han sido arrebatados para la decoración y diseño de un Otro, sentimos que estamos en la obligación de usar esa desventaja -el ser latinoamericano- para usar de base en nuestra marca personal. Nuestras raíces merecen ser regadas solo si la podemos comercializar bajo ese lema: lo latino al servicio de las expectativas del centro. Somos exóticos, tenemos sazón, somos el espectáculo al servicio del ocio, somos un filtro sepia. Lo cuestionable es que no llegamos a la cima siendo nosotros mismos, sino negociando perpetuamente con una versión que agrade al ojo público que, tristemente, casi nunca es nuestra gente.

No quiero que esto que estoy vistiendo como una crítica a los estereotipos se confunda con una queja de nuestra representación que hacen nuestros artistas que venden con esa carátula. Me encanta que seamos el continente de la alegría, la pasión, el baile y las comidas. Es agradable que nos relacionemos con cosas positivas, y sobre todo, que estén enunciadas con nuestra propia voz. Sin embargo, el tener que moldear como arcilla nuestro arte para dar una ceremonia apetecible es lo realmente preocupante. Se han acostumbrado a subtitular tanto nuestra historia que cuando por fin escuchan la verdad les parece solo ciencia ficción.

Yo no quiero que mis sueños tengan el desenlace natural de lo que implica ser un latinoamericano con expectativas. No quiero que mis sueños tengan que tomar un avión para someterse a la tierra en donde hayan aterrizado.


bernarda

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión