la olvidada
en la puerta de la iglesia, en la ternura polvorienta,
en el columpio que cruje,en el llanto que no cesa.
en el columpio sentada,
escribo versos que solo se susurran de noche
como si mi boca ya no sirviera de nada,
que solo saben reclamar al cielo que yo soy la que sangra.
observo entre la luz de los árboles si Dios se apiado de mi,
pero mis palabras dejaron de servir hace tiempo
y mi lengua se pudrió de plegarias
que desnudan lágrimas y me devuelven
directo al barro, en donde alguna vez aprendí a arrodillarme.
en la puerta de la iglesia soy la olvidada,
una mujer prohibida de misericordia,
con su rabia negra intacta que
muere sutilmente y apenada
arrodillada en silencio entre santos y estatuas.
solo rezo en una iglesia ya hecha ruinas,
rezando que no me nieguen el cielo,
que solo soy una mujer que nació rota
sosteniendo el corazón de Cristo
su carne santa,
su sangre tibia.
oh Dios te estoy suplicando
entre polvo y llanto; llanto infinito
por favor, dejame de tristezas y guardalas en el rincón de mi armario
para verla y
llorarle a la nostalgia,
a la vida,
a el dolor,
a el amor,
a ÉL.
oh Dios
no sé qué haré
ni que me haré,
pero la veré en ese rincón y la extrañaré,
rasguñando mis venas
impregnada en mi alma
porque solo me sé rota
y preguntaré cuándo debo despedirme de ella
(...)
y de él, que vive ahí, en lo más profundo de mis tristezas.
_Daniela.
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