Me pierdo cada vez más seguido
y siento mi carne como propia.
Me corroe el temor por el mañana
cada noche de cada día,
ya ni siquiera en domingo,
en todos me fundo con la nostalgia.
Los desvaríos los dejé en enero,
febrero y otros.
De repente soy mas consciente
de que el tiempo pasa,
más despierta,
más inexperta,
más asustada.
Pienso en creer en algo que te mantenga de pié
aún cuando no haya forma
de aclarar el panorama.
La importancia de dejar caer el peso,
de respirar sin contar,
de llorar sin pensar,
de hablar sin medir
cada palabra.
Buscar la promesa
en algún rincón
de que mañana estará bien,
de que podría ser salvada.
Tengo esta necesidad
de querer confiar;
o quizá solo
me he sentido más humana.
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