¿La música de antes era mejor que la de ahora?
La música de los años 70, tanto en Estados Unidos, el Reino Unido y Argentina, marcó una era dorada de experimentación, virtuosismo y una búsqueda artística que se reflejaba en composiciones profundamente elaboradas. Artistas como Led Zeppelin, Genesis, Pink Floyd, Charly García y Luis Alberto Spinetta crearon una música que buscaba desafiar tanto al oyente como a la estructura misma de la canción. Hoy en día, artistas contemporáneos como Taylor Swift, Lana del Rey, Kendrick Lamar, Billie Eilish, y el argentino Dillom representan una nueva era musical, no menos profunda, pero enfocada en nuevas formas de conexión emocional y cultural, donde la tecnología y el acceso inmediato juegan un papel crucial.
Este ensayo busca analizar cómo ha cambiado la creación, promoción y el performance musical a lo largo de los años, abordando la pregunta central: ¿era la música de antes realmente mejor que la de ahora, o simplemente diferente?
La Creación de Música: De la Complejidad Instrumental al Dominio Digital
Durante los años 70, la creación musical era un proceso intensivo que dependía de la habilidad técnica de los músicos. En Estados Unidos, bandas como The Eagles y Aerosmith producían canciones que requerían una gran destreza instrumental, combinando rock con folk y blues, a menudo con estructuras complejas. Fleetwood Mac, banda británica-estadounidense, destacó por su capacidad para fusionar géneros y por la manera en que sus composiciones exploraban emociones humanas a través de arreglos intrincados, como se aprecia en su icónico álbum Rumours (1977).
En el Reino Unido, bandas como Genesis y Pink Floyd se embarcaban en largas composiciones de rock progresivo, creando verdaderas odiseas sonoras que involucraban cambios de tiempo y largos pasajes instrumentales. En Argentina, bandas como Invisible y La Máquina de Hacer Pájaros, lideradas por Luis Alberto Spinetta y Charly García respectivamente, ofrecían un nivel de experimentación que exploraba tanto lo musical como lo poético, con influencias del jazz y el rock progresivo.
La música contemporánea, aunque menos centrada en la destreza instrumental, no es menos compleja en términos de producción y elaboración artística. Taylor Swift, por ejemplo, ha evolucionado de una joven estrella del country pop a una compositora madura y versátil. Sus álbumes recientes, Folklore y Evermore (2020), combinan elementos del folk, indie, y pop, pero lo hacen de una manera profundamente íntima, creando universos sonoros llenos de nostalgia y reflexión. Lana del Rey, por su parte, ha redefinido la forma en que se percibe la nostalgia en la música pop, ofreciendo una estética que mezcla la melancolía del pasado con la cruda realidad del presente. Su capacidad para evocar una atmósfera cinematográfica en canciones como “Video Games” y “Norman Fucking Rockwell” es un testimonio de cómo la creación musical moderna se ha transformado en una experiencia multisensorial.
A pesar de que hoy en día la creación musical está más ligada a la tecnología digital y a la producción de estudio, no se puede subestimar la capacidad de los artistas actuales para crear mundos sonoros complejos. Billie Eilish y su hermano Finneas han revolucionado la producción contemporánea al desarrollar un sonido minimalista, pero atmosférico, con capas de producción que invitan al oyente a descubrir algo nuevo en cada escucha. Del mismo modo, el trap y el rap, con figuras como Kendrick Lamar y Dillom, se han convertido en vehículos de exploración lírica y social, utilizando la tecnología no solo para crear música, sino para amplificar su mensaje.
La Escritura de Canciones: Poética Profunda vs. Narrativa Introspectiva
En los 70, las letras de las canciones eran más abstractas y poéticas. En el Reino Unido, David Bowie exploraba el espacio exterior, la identidad y el aislamiento en álbumes como The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972). Las letras de Bowie, complejas y cargadas de simbolismo, ofrecían múltiples interpretaciones, algo que también se veía en la música de Genesis, cuyas canciones a menudo se sentían como pequeñas novelas épicas.
En Argentina, la poesía de Spinetta en álbumes como Artaud (1973) era profundamente filosófica, abordando temas existenciales y espirituales. Sus letras no se limitaban a lo personal, sino que se conectaban con una búsqueda artística más amplia que desafiaba a los oyentes a pensar más allá de lo evidente.
En contraste, la música actual, si bien sigue siendo introspectiva, tiende a ser más directa. Lana del Rey y Taylor Swift escriben letras que exploran el amor, el desamor y la experiencia femenina de una manera más narrativa y menos abstracta. Canciones como “All Too Well” de Swift o “Venice Bitch” de Lana del Rey se centran en contar historias personales y en transmitir emociones inmediatas, conectando rápidamente con los oyentes.
Por otro lado, el rap y el trap han evolucionado como géneros donde la escritura de canciones se convierte en una herramienta de crítica social y personal. Kendrick Lamar, con álbumes como To Pimp a Butterfly (2015), no solo destaca por su destreza lírica, sino por su capacidad para conectar las luchas sociales y raciales con experiencias profundamente humanas. En la escena argentina, artistas como Dillom han adoptado una lírica que mezcla lo irreverente con lo crudo, ofreciendo una ventana a la juventud urbana y a los desafíos de la modernidad.
Performances: De la Energía Cruda al Arte del Espectáculo Visual
En los 70, las performances eran una manifestación pura de energía y conexión. The Who y Led Zeppelin se ganaron una reputación por sus intensas actuaciones en vivo, en las que la improvisación y la entrega total eran claves. En Argentina, bandas como Serú Girán ofrecían conciertos que mezclaban el virtuosismo técnico con una profunda conexión emocional con el público.
Hoy en día, el performance en vivo se ha transformado en una experiencia visual. Taylor Swift, por ejemplo, ha dominado el arte de crear espectáculos inolvidables, donde la música se entrelaza con una producción visual impactante, coreografías elaboradas y una narrativa que se despliega a lo largo del concierto. Lo mismo ocurre con Billie Eilish, quien utiliza la tecnología visual para crear una atmósfera única que acompaña su música. Sin embargo, lo que diferencia a estas artistas es que, a pesar de la magnitud de sus espectáculos, logran mantener una autenticidad emocional que conecta profundamente con sus audiencias.
En el ámbito más alternativo, tanto en Estados Unidos como en Argentina, artistas como Bandalos Chinos y Phoebe Bridgers siguen priorizando la conexión emocional y la espontaneidad sobre la producción visual, recordando un poco el espíritu de las actuaciones en vivo de los 70, donde lo inesperado era parte esencial del show.
Promoción de la Música: Del Álbum Completo a la Viralización Digital
En los 70, el álbum completo era la pieza central de la promoción musical. Las bandas y los artistas trabajaban para crear discos que fueran obras de arte en su totalidad, como The Wall de Pink Floyd o La Biblia de Vox Dei en Argentina. La música era promocionada principalmente a través de la radio, la televisión y los conciertos en vivo.
En la actualidad, la promoción de la música se ha fragmentado. Los sencillos dominan el mercado, y plataformas como Spotify, YouTube y TikTok son las principales herramientas de promoción. Artistas como Billie Eilish o Dua Lipa lanzan sencillos que se vuelven virales rápidamente gracias a las redes sociales, lo que les permite llegar a audiencias globales en cuestión de horas. En Argentina, Nicki Nicole y Dillom han ganado popularidad utilizando plataformas digitales para promocionar su música de manera independiente.
¿Era la Música de Antes Mejor?
La comparación entre la música de los 70 y la actual no puede reducirse a una cuestión de mejor o peor, sino de evolución y contexto. Los 70 ofrecían una elaboración técnica e instrumental que pocas veces se replica hoy en día, pero la música actual ha encontrado nuevas formas de expresión, más accesibles, inclusivas y conectadas con las audiencias globales.
Taylor Swift y Lana del Rey representan lo mejor de esta nueva era musical, con un enfoque lírico que iguala, y a veces supera, la complejidad emocional de los artistas de los 70. Al mismo tiempo, artistas como Kendrick Lamar y Dillom han demostrado que la música contemporánea no es menos elaborada o significativa; simplemente se construye en torno a nuevas herramientas y nuevos paradigmas.
Al final del día, la música es un reflejo de su tiempo. La música de los 70 era un producto de una era de cambios sociales, políticos y tecnológicos, y la música actual lo es igualmente. Ambas épocas tienen su valor, y ambas merecen ser celebradas por lo que aportan a la evolución cultural.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión