¿De qué sirve batallar tanto,
cruzar laberintos en nombre del amor,
si al final el camino se disuelve en nada?
¿Por qué nunca me aman lo suficiente?
¿Por qué, cada vez que creo que puedo ser feliz,
el amor se me escapa
como arena entre los dedos?
Y, como quien peregrina en nombre de la piedad,
me detengo y me pregunto:
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Es injusto que no haya nadie para mí,
si yo estoy hecha a medida del amor.
Si he suplicado de rodillas
por un poco de ternura,
por apenas un soplo de consideración.
¿Por qué?
Solo quiero saber por qué.
Quizás el amor es un dios sordo
al que rezo sin altar.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión