Estudie en Cuba.
Si eso no te dice nada, pues mal, porque ya te lo he dicho todo.
Nos uniformaban completos, colores patrios de la bandera, antes de aprender a escribir nuestros nombres.
Todos son iguales, ninguno es mejor que el otro, nos decían constantemente.
Lo repetían tan seguido, que hoy, con casi 30 años en las costillas, aún soy capaz de reproducir consignas y canciones.
El comunismo tiene esa parte musical/afectiva que hace que las cosas más terribles o absurdas suenen infantiles.
Pioneros por el comunismo: ilusión de cosmonautas, como dice Alejandro Gutiérrez de Habana Abierta
Recuerdo una chica que iba a mi escuela, como dicen Mariano Pagés Candioti y Guillermo Fernández, que a su vez tomaron de Arjona: rubia como el sol: La Mary; mi primer amor.
No saludaba la bandera ni repetía consignas, por añadidura, no se dejaba poner la horrenda pañoleta roja de los pioneros. Su religión no lo permitía.
Yo tampoco lo hacía o bueno, si lo hacía, pero a regañadientes y palos primero, pues eso de que es lo que se debe hacer; porque si y porque la Revolución así lo manda, siempre me parecieron lo mismo que hoy: tremenda mierda de argumentos.
Nunca quise ser uno más del rebaño.
Ella era mi superhéroe, aunque hermosa o lo que se entienda por ello, nunca fue su atributo.
Sin embargo, era valiente como nadie; le admiraba por eso.
Criada en la más rancia aristocracia cristiana de mi ciudad, con sus abuelos maternos fusilados en 1961 y media familia en el exilio, aprendió desde chica a no bajar la cabeza por ser diferente.
A mí, que se me tenía como un asocial hijo de una traidora a la patria, me complementaba al 100.
Así nos íbamos, todos los días, hasta la puerta de su edificio, tomados de las manos.
Los buenos besos que nos dimos, detrás del tráiler de CIMEX, ayudaron a soportar la carga diaria de ser extraños entre ese mar de iguales.
Aunque hoy en día no me hable, ese es un capítulo para contar aparte, evoco su recuerdo y soy capaz de sonreírle indiferente al sistema educacional cubano con sus vericuetos.
Mario, pero no Hernández.
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