Se arrima una luz tenue entre todas las nubes. Creo que la veo...
Ya estoy empezando a vislumbrar lo aprendido, el inicio de una posible alegría de ya no ser, algo parecido al orgullo de saber ya vivido al dolor.
Todo es duda... Resulta extraño pero no lo quiero.
Pasar la página es también infravalorar a esa tristeza que me acompañó en emoción. Es quitarle peso a ese padecimiento, el de la angustia que me atravesó el cuerpo, que me recorrió todos los órganos.
¿Cómo podría darme el lujo de fingir ahora que ese mal resultó bueno, provechoso? Si es el mismo que al recorrerme me volvió oscura. Ennegrecida a más no poder. Poseída.
La tristeza, amiga mía, no la quiero dejar. Qué traicionera soy, acompañando al deseo de abandonarla por la ingenua ilusión de una sonrisa.
¡Es mentira! Solo lo hago porque sé de su lealtad.
Después del fracaso ella es la que siempre me espera. Es la única que sabe consolarme.
¿En qué momento ser feliz se volvió traicionarme?
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Lucía
Escribo porque retratar mi mundo sensible le da sentido a mi vida. Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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