Muchas veces nos olvidamos lo privilegiados que somos de poder ver lo que nos rodea. Damos por sentado las vistas, naturalizamos tanto el ver la luna, el cielo y las estrellas que olvidamos su belleza.
Por momentos, cuando la rutina tiene una pausa, volvemos a ese estado consciente y tranquilo que nos permite apreciar lo que nos rodea. Y asi, como si nada importara, estamos sentados en los muritos de la rambla con el mate, mirado lo hermosa y grande que sale la luna esta noche. De a poco el cielo va cambiando de color y poblandose de estrellas.
No naturalicemos la naturaleza. Si nos tomamos un minuto para pensarlo, es algo increible como hasta ella misma tiene una rutina y una forma dependiendo el dia y la hora. Tomemos una pausa para admirar la rutina de lo bello y sus mil formas.
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