La luminosa ineptitud

Soy la sombra de un tiempo que no regresa

Una de tantas que se que se derrama presintiendo lo imposible que resultará volver a recomponer este difícil rompecabezas que somos

Que no pretende ser amable con el recuerdo ni con el olvido

con esa frágil sensación de voluptuosa improcedencia

"Porque si no fuera por las sombras no habría belleza" escribió alguna vez Tanizaki

con esa voz que enfrentaba certeras confesiones y diluía la soberbia de Occidente ante la hermosa clausura de un Oriente elevado y sutil

Soy una sombra que se decanta ante la ausencia de todo lo que puede brillar,

que se doblega,

que se eclipsa,

ante la nada en su luminosa ineptitud

Buscando el último escalón, el más oscuro hoyo

No hay luz

como no hay esplendor

que haga entornar mis ojos

Ni siquiera una esfera gigante dictando nuestros pasos en la diminuta opacidad de una raza

Haciéndonos cada día más pequeños

Inexactos con errática impaciencia

Apoyados, en ese manto de severa incapacidad para resolver lo que de verdad importa,

Las sombras se apropian de todo,

Existen desde siempre con el dulce silencio que más la harán brillar

Padecemos de enigmas por resolver

Un soberbio juego de claroscuros que delatan lo irritante que resulta

no saber ceder

Contrastes y oscuridades que se jactan de su grandeza

Es la vieja contienda de siempre

Modulación de la luz a cuentagotas

Susurros nunca mejor expresados

La ausencia es silencio

Puro, quizás un poco degradante en su eterna verdad,

Pero que bien se siente estar abrazados a la afonía y la calma

Lírico recuerdo de una ventana

que no quiere ser abierta

Reflejos profundos

sobre un densidad abisal.