La lectura como acto feminista y politico

Históricamente, los regímenes autoritarios han censurado libros. Esta práctica no responde solo al miedo a las ideas, sino al profundo poder que encierra la lectura: la capacidad de formar pensamiento crítico, cuestionar lo establecido y darle voz a quienes han sido sistemáticamente silenciados. En este contexto, leer se convierte en un acto de resistencia. Hoy más que nunca, puede ser también un acto revolucionario.

Durante siglos, la literatura fue monopolizada por varones. Las mujeres no solo fueron excluidas de los espacios de producción literaria, sino también de la memoria cultural. Muchas tuvieron que escribir bajo seudónimos masculinos o fueron simplemente ignoradas por el canon. Esta exclusión no fue casual: negarles la palabra era una forma más de negarles existencia, autonomía, pensamiento.

Recuperar sus voces, leerlas, analizarlas, es mucho más que un ejercicio académico o estético: es un acto de justicia histórica. La lectura feminista no se limita a incorporar autoras, sino que implica un cambio de mirada, una toma de conciencia sobre cómo el patriarcado ha estructurado incluso los modos de narrar y entender el mundo.

Leer sobre feminismo, sobre las experiencias de mujeres de distintas épocas y culturas, permite entender con mayor profundidad los mecanismos de opresión que atraviesan nuestras vidas. Nos da herramientas para nombrar lo que antes parecía natural, para identificar violencias solapadas y para imaginar otros futuros posibles.

En un mundo que promueve el consumo rápido, la distracción constante y la desinformación, leer es detenerse, pensar, cuestionar. Y cuando ese acto incluye las voces históricamente marginadas, se vuelve aún más potente. Porque la información es poder, y en manos de las mujeres, puede ser también liberación.