La isla de las estrellas

La isla de las estrellas

20 de Mayo de 1982

¡Feliz cumpleaños Ma! Te escribo para saber cómo andan todos por allá. No sabès las ganas que tengo de estar sentado en mi lugar de la mesa viendo el partido con papá, mientras vos còcinas el estofado que tan bien te sale. 

Dios, que ganas de comer algo rico. ¿Cómo pasaron tu cumpleaños?  ¿Cocinaste algo o salieron a comer con los tíos? 

La verdad, no entiendo qué hago acá, tan lejos de casa. No sabès el frío que hace en esta isla de mierda, ahora mismo no siento con los dedos, la lapicera con la que te estoy escribiendo. Igual quedate tranquila, siempre llevo puesto el sweater que me tejiste y un par de medias secas en la mochila como me enseñaste. 

Pero no creas que todo es frío, charcos y acantilados. Si vieras como se llena el cielo de estrellas a la noche, te volverías loca. Cuando todos duermen, salgo silencioso de la carpa y miro el cielo iluminado de miles, qué digo miles, millones de estrellas. ¿Te acordás cuando íbamos al campo del abuelo y mirábamos las estrellas todos juntos? No puedo creer que hayas vendido ese telescopio. 

¿Y las ballenas? Escucha esto: hace un par de días se posó una ballena a diez metros de la orilla, era enorme.  No le pude sacar fotos, algún canalla me robó la Kodak, no le digas nada a papá. Se llega a enterar y me mata. 

No te imaginàs lo mucho que los extraño. Los oficiales dicen que la victoria es inminente, así que no pierdo la esperanza, pronto estaré en casa, sentado en mi lugar de la mesa, contando anécdotas de la isla de las estrellas.  

Saludos a todos, Andy. 

Luego de leer la carta que había tomado del aún tibio cadáver y rechinando los dientes a causa del frío, Luis exclamó: “Mario, estos ingleses son unos boludos, piensan que van ganando la guerra". Y secándose la ùnica lágrima que le acariciaba la mejilla con su tembloroso dedo pulgar, soltó una carcajada irónica y continuó marchando con sus botas inundadas de barro y tristeza.