Extraño tu voz, y también que me des la razón.
A veces me preocupa olvidarme de tus formas, y recurro a escuchar audios que guarde de nuestras conversaciones. Nunca paso de los ocho segundos sin llorar, cuando me cae la cuarta lágrima paro, pienso, y me acuerdo lo mucho que odiabas verme sollozar, y oigo tu voz, maternal y cálida... "-No llores que me haces doler el corazón."
Y lloro aún peor, porque no entiendo, por qué todo sigue como si nada cuando a mi me falta algo tan fundamental como tu presencia, y ahí es cuando siento tu ausencia. Lo que mas odio, y más me enerva, es que es tan inevitable es la muerte, que uno se acostumbra, y llega un punto donde me olvido que no estás, que me faltas.
Yo también sigo con mi vida como si nada, al igual que los demás. Y me molesta, me pone mal olvidarte, porque solo esta muerto quien se olvida, y me rehúso firmemente a dejar caer tu recuerdo así como si nada, como caen mis lágrimas frente a la lámpara, que me escucha llorar junto a tu foto en el portaretratos, que compre para tenerte presente a cada minuto, y aún así la inevitabilidad de la muerte, logra hacerme olvidar, y me cuesta recordar, lo felices que fuimos junto al silbido de los pájaros del campo, ese día junto al lago.
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