soy la hija de nadie.
nací en un rincón sin nombre
donde nadie vino a buscarme.
todos se fueron
menos la tristeza,
que se quedó a jugar conmigo,
mi hermana silenciosa.
la soledad también vive en casa.
hace el té, barre, me mira.
a veces me susurra cosas feas,
pero al menos
no me deja sola.
no estoy del todo abandonada.
el desamparo se sienta a mi lado
cuando como,
y el desespero me peina
antes de dormir.
la vergüenza me canta canciones
que no quiero aprender,
pero igual las repito.
yo no me odio,
no sé odiarme.
pero algo en mí,
algo que no entiendo,
parece molestar a los demás
como si llevara pegada una peste.
eso me hace sentir
menos humana,
es como si me faltara una parte del corazón,
esa que otros tienen
para guardar la ternura que reciben.
y sin embargo,
yo crecí amando.
a los bichitos del jardín,
a los charcos de lluvia,
a las hojas secas que crujían bajo mis pies.
yo amé sin medida.
y aún así,
jamás encontré amor hacia mí.
ni un poquito.
ni un techo donde esconderme.
ahora estoy atrapada
en esta búsqueda que no termina,
por una voz que diga mi nombre
y sentir calidez cuando lo pronuncien.
quiero que alguien me mire
y no me condene al olvido.
pero ni siquiera vos, Dios…
ni siquiera vos,
que deberías quererme
por lástima,
me das tu bendita mirada.
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