Tu cuerpo sombrilla en aquellos veranos,
de tantos que respiraste, mucho antes
que te invadieramos.
Y te contemplábamos desde abajo,
ínfimos frente a la sabiduría que desprendían tus ojos,
previo al caer.
Las palomas allá arriba, donde no llegábamos ,
así que agarrábamos lo que podíamos;
lo que estaba al alcance, los que nos alcanzabas,
lo que alcanzamos al tironearte.
se descartaban los putrefactos;
los aplastados, como bichos y
los duros, como con coraza.
Y los verdes casi lima y corazón carmesí,
se dan un baño termal,
acaramelados, reparten pedazos de tu alma
por tu hogar.
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