La fe y su magnificencia.
Jun 22, 2025
Érase una vez, en los recovecos de lo no-conocido, lo que se oculta, pero se susurra, lo que habita en la esperanza del mañana, de lo que vendrá y se ansía como único y legítimo destino, cubierto de lirios blancos, migas de hierba y hojas secas, abrió sus ojos la Piedad.
Incontables manos se alzan, hurgan desesperadas, sus pezuñas despedazan las maderas del muelle, chillan, se retuercen, «¿nos verán sus ojos benevolentes?, ¿nos tocará las cabezas la punta de su lengua?, que se haga de su misericordia un milagro divino y no nos deje perecer en las brasas de esta tierra, que se diluya su esencia en llovizna bendita y nos disipe como la brisa del alba».⠀
Todos salivaban por un pedazo de él.⠀
Una mirada suya bastaba para salvar a cualquier bastardo de la perdición.
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