La fe un día.

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Jesús de Nazaret (y otros).

Hay mucha gente que se dice cristiana. Mucha gente que vive pensando que Jesucristo existió y predicó un modo de entender la vida.

¿Cuántas de esas personas creyentes saben en verdad qué es lo que predicó aquel hombre, si quieren, aquel Dios?

¿Creen tantos creyentes que su propia vida es acorde con aquel mensaje?

¿Creen que la Iglesia representa en algo, en poco, en mucho, al Jesús de la humildad y la pobreza?

Yo, agnóstico, por más que me empeñe en buscar, no entiendo la fe que no se practica, la fe que no se trabaja, la fe que es tan solo un día a la semana, media hora de misa.

¿Cómo es posible creer en Dios, y darle la espalda cada día, cuando se desvía la mirada ante la injusticia, cuando se desprecia a los demás, cuando se juzga al prójimo?

¿Cómo se puede vivir con la incongruencia de adorar a un Dios de bondad y misericordia y en lo cotidiano, criticar, malmeter, denostar, buscar la falta?

¿Alguien se reconoce o reconoce a alguien?

¿De veras quien cree puede creer que aquel Jesús aplaudiría este modo de creer en él y no hacer ni caso a mensaje de Amor?

¿Entiendo que los obispos lo hagan pero, creen que Cristo votaría a VOX?

Nadie dejará de ir a misa, pero, al menos, piensen a qué van.

En verdad os digo.

Si hay una verdad nada tiene que ver con esta tierra. Nada con los seres humanos.

Más allá de nuestras entendederas se recuesta y observa mientras aquí nos devanamos en balde los sesos.

Lo que es es porque es y lo que no es no cuenta en la ecuación.

Los hijos no concebidos son más que los nacidos y entre estos, muchos los que debieran ser de aquellos.

No alcanzan nuestras miradas a ver la razón última, que ha de ser la primera. Y de haberla, cosa ignota, es el vivir un estar en la sinrazón.

De mi verdad nacen estas palabras cuando quizás nunca debieron ser concebidas.

Sea así que el Tiempo cure y el Tiempo mate y con Él nos diluyamos como todo en el Todo.

Y aquel que hacía de maestro volvió a guardar silencio a sabiendas de que nadie entre sus ocho había entendido nada porque en verdad que en sus palabras no había dicho nada que pudiera ser entendido.

Sonido de D.

La vida también es sueño.

De la vida de dormidos, nos quedan escasas cosas. Todo difuso y vago. Y es tan vida como la otra, esa en la que nos empeñamos.

No la recordamos, salvo en pequeñas dosis, por tanto sabemos muy poco de esa vida nuestra.

Hay miedos, calmas, extrañezas, placeres. Hay como en la vigilia, pero de ese estar en el mundo no nos reprochamos nada, ni hay arrepentimientos, ni orgullos, ni nada que exigir ni lamentar.

De la vida sueño nos consideramos irresponsables.

He soñado con sexo, con estar desnudo entre la gente vestida, con no poder gritar en algún miedo, con las fiestas de mi pueblo y el peligro acuciante de ser cogido por un toro (no en la acepción argentina). He soñado, ya lo dije, con mi propio entierro. Volver a la escuela y a la mili (de tanto soñar con ello, en el mismo sueño lamentaba la propia insistencia en el sueño) . Llegar tarde a una boda (de cuando trabajaba en eso). De vez en cuando uno sueña con sus muertos y pasa un rato con ellos.

Esa vida es una tercera o cuarta parte del total, y, en general, nos la perdemos.

A veces no encontramos sentido a este deambular consciente, así que ¿a qué pretender sacar algo en claro de tanta inconsciencia?

Me pregunto si en los sueños entendemos la vigilia.