La eterna penumbra.
Aug 31, 2024
A veces me pregunto si las hormigas ven las estrellas.
Pensamos.
Aparte de imágenes recreadas o inventadas, nos decimos de nuestras sensaciones y de nuestros razonamientos. Esto lo hacemos con un lenguaje determinado.
No siempre el ser humano ha tenido un abecedario, un vocabulario, pero sí se ha comunicado. Con los demás y consigo mismo.
Palabras.
Las hormigas, las abejas, los perros han de comunicar y comunicarse el peligro, la necesidad, la oportunidad, el miedo. Para ello necesitan palabras.
Sí, palabra es solo una palabra, lo que importa es el concepto.
Cada ser usa o tiende a usar las palabras que le son necesarias. Estas pueden resultar, por su mal uso o por su poca practicidad, no (suficientemente) eficientes. El individuo o la especie que no adapta sus palabras al medio, perece.
Quizás una tortuga no precise más de una palabra para con sus congéneres; se alimenta sola, se protege sola, pero tendrá alguna vez la impepinable necesidad del sexo. Quizás la palabra sea un olor que exhala o que percibe. Puede ser que una especie sobreviva con una sola palabra, aunque, la tortuga, también ha de decirse a sí misma "come", "resguárdate".
(Aceptemos aquí la premisa de la individualidad extrema de la tortuga, usada tan solo como ejemplo de posibilidad, no como argumento cientifico).
Ahora imaginemos a una persona que permanece aislada del mundo desde su nacimiento. Con las necesidades básicas cubiertas, pero en una habitación en penumbra en la que solo ve las paredes, el suelo y el techo.
Sin noche ni día.
¿Como puede, sin una necesidad, llegar en algún momento a decirse algo ¿con qué palabras?
La tortuga es como es. Siglos de evolución la contemplan.
También los seres humanos somos por lo que hemos sido como especie. La carga genética es enorme. Así, nuestro ser en la penumbra, con su "evolucionado" cerebro, se inventará un modo de decirse. Se inventará sus palabras. "Suelo", "techo", "pared", "come", "caga". Y quizás "¿qué soy?"
Nos explicamos las cosas para entendernos. Castellano, inglés, hormigano, abejiano, perruno, tortugueño. Los idiomas son muchos y los usamos para traducir nuestro pensamiento. Lo que nos decimos no es lo que pensamos, es solo la traducción a palabras de nuestro profundo elucubrar.
En definitiva, lo que le sucede a la persona encerrada en la habitación, es lo que nos sucede a todos los seres: vivimos en penumbra.
Quizás nuestro espacio tenga montes y ríos, pero también tiene paredes.
(Extraña homilía la de hoy).
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