LA ESPERA

                                                  ESPERA IV

La lluvia golpeaba contra la ventana mal cerrada. Boca abajo en la cama, esperó sentir el fuerte golpe en la puerta y los posteriores pasos acercándose…pero nada pasó.

Desvelado, se dio vuelta y contempló el techo apenas visible en la brumosa oscuridad. Un relámpago iluminó por un instante la vereda enladrillada, y el inmediato trueno hizo temblar los vidrios de la ventana. Inmutable a todo esto, él esperaba.

Otro ruido cercano a la puerta de entrada… era el motor de un auto que se alejaba haciendo chillar las ruedas en la carpeta mojaba… falsa alarma. De nuevo se acomodó boca abajo y trató de forzar el sueño. Prefería que lo encontraran dormido cuando viniesen a cobrarle su único acto de piedad. Yo no mato mujeres, no mato niños… ¡Yo, no!, respondió cuando, con desconfianza, le recriminaron que en las noticias hablaban del hallazgo de un solo cuerpo masculino. Estaba harto de su vida grotesca. Tanta muerte ajena lo había consumido por dentro.

Se retiró del antro con la mano en la cintura. No le impidieron el paso, no con los hijos del patrón jugando a saltar sobre los gastados sillones del salón. Sabía que era en vano esconderse. Sabía que si lo hacía igual lo iban a encontrar, y sería peor porque antes de matarlo lo torturarían.

Otro relámpago, otro trueno, y la reja que se estremece. Otro relámpago y trueno, y la puerta de entrada que se derrumba con un ruido seco. Oyó las pisadas firmes que iban aumentando de volumen. Sintió el chillar de zapatos mojados al detenerse en la entrada de la habitación. Adivinó en la oscuridad el imperceptible movimiento de la puerta entornándose. Un nuevo relámpago iluminó las dos siluetas al pie de la cama, y otro más extenso el reflejo plateado en la mano de uno de ellos.

Entonces cerró los ojos y se aprontó a la detonación.