¿LA EDAD EN LA QUE SE TERMINAN LOS SUEÑOS?
May 21, 2025
A veces, me pregunto si todo lo que pienso me pasa a mí o le pasa a toda mi generación. Una duda que me acompaña durante casi toda mi vida o, mejor dicho, desde que tengo uso de razón.
Todo va muy rápido ahí afuera. Demasiado rápido y cuánto más rápido más confuso. Es como cuando te pones a girar sobre tu mismo eje que de repente todas las imágenes se empiezan a deformar. Un poco así me siento. Y en esa nube de imágenes que ya no son tal y que se mezclan unas con otras, me invade la urgencia de tener que tomar decisiones.
Busco mis sueños de los 20. Pero ya no son mis sueños porque ya no soy la de los 20. Entonces, me detengo y pienso. ¿Será que llegados los 40 estamos seteados para dejar de soñar porque nos da vértigo el mirar afuera porque nos empieza a apretar el tiempo? ¿Será que empezamos a estar presos de nosotros mismos porque ya no sabemos cuántas veces más se puede volver a empezar? Nuestro cerebro no evolucionó tan rápido como evolucionó nuestra vida moderna. Para el cerebro este simple planteo puede significar tanto miedo como la amenaza de que te coma un león hace años, muchos años atrás. Entonces, nos paralízamos, sentimos miedo, pánico y cuando esas sensaciones se estiran en el tiempo: depresión (tristeza + ansiedad). Pero es nuestro cerebro que, acostumbrado a reaccionar ante esa vieja amenaza del león, deja de enviar flujo sanguíneo a la corteza prefrontal, la que nos deja analizar y pensar, para activar sólo la amigdala que es ALERTA ESTÁS POR MORIR.
No estamos por morir. Estamos vivos. Podemos decirle a nuestro cerebro, "che, esto no es un león; es solo un momento complicado que vamos a resolver". ¿Cómo? Ojalá lo supiera, pero vamos a buscar una solución. Buscar significa hacer, hacer es ponerse en marcha. Y, a veces, casi siempre, ese primer paso es hablar con quien puedas y quieras, pero sacarte ese león de encima para que veas, que en el fondo, sólo era un disfraz. Ahí, volvemos a soñar. Es el agradecimiento de estar vivos lo que nos devuelve las ganas de soñar. Y ese agradecimiento no tiene edad. NO LA TIENE. Estoy respirando señal que todavía puedo. Señal de que siempre puede haber una vuelta más... sin marearnos, más lenta, con muchas más imágenes que ya no se mezclan ni se deforman, se disfrutan.
Buena vida. Gastenla aunque sea con lágrimas en los ojos.

Eleonora Perez Caressi
Soy periodista. Cubro recitales, charlo con músicos. Trabajo con PNL y en desarrollo personal.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión