La dulce madrugada que en todo acompaña

Bajo la penumbra de la luna

Yace una luz casi transparente

Blanquecina, que titila

Pasan las tormentas

Los días

Las ventiscas le combaten

Las brisas acarician

Largas lluvias interminables

Neblinas de mañana y días fríos

Rayos solares que parten

Resecan y rompen

Todo lo que a su paso se interpone

Esa luz muy fuerte es

Pues sabe que la luna siempre la protege

Aunque haya mal clima

Aunque se sienta más blanquecina

Aunque esté desapareciendo un poco más día tras día

Ella tiene su guardiana que a todo combatirá

La luz a veces titila mucho

Se cansa de ser luz

Se cansa de fingir iluminar

Se cansa de pretender ser algo que no es

De no poder cumplir con lo mínimo que se le pide

Iluminar

Porque yace casi transparente

Porque titila mucho

Porque está a punto de apagarse

Y arriba, su guardiana responde

A cada momento de incertidumbre

De desconsuelo y llanto

Porque aunque no haya tormenta

La luz batalla contra sus propios problemas

Que no puede poner en palabras

Pues la guerrera de por encima no entendería

Pero bien sabe lo necesario para acompañarla

Por eso es que se mantiene a raya, cuidándola

Cuando tiene poca energía, un poco de sus rayos lunares le comparte

Cuando está por apagarse, sale con su vestido completamente blanco, a bailar en la oscuridad

Cuando titila de más, se mantiene calma, le da su espacio. Usa sus zapatos platinados y recorre alrededor suyo, solo por si acaso

La luna la vigila. La ve y la guía. La luz sabe que tiene a su amiga. Ella también viste más bonito si sabe que va a verla

Pero ese es un secreto de la luz transparente

Que deja de serlo un poco cuando calza en si su traje blanquecino y saluda con furor a la oscuridad que se le cierne encima

Ambas, amigas, sin saberlo pero entendiéndolo

Le dan una mano a la otra

Un empujón de valentía

Una dulce compañía

En esas noches frías durante las que ambas han aprendido a ser amigas