la destrucción de lo puro

todo parecía tan continuo, porqué todos los finales estaban en vos.

en los ojos, en la nariz, en las comisuras de los labios, entre las manos.

las agujas del reloj pasaban rápidas sobre nuestras cabezas cansadas, mientras el sol se acercaba con fuerza.

todo fue tan rápido que casi no tuvimos tiempo para mojarnos los labios con el agua fría del lugar que nos vio crecer.

ese encanto tuyo, inocente, como una calma engañosa, hizo que no viera la escopeta apuntando en mi frente.

era cuestión de tiempo que llegara a mi oído y cuando lo hizo ya nada podía salvarnos.

yo tenía el arte de una joven rebelde,

y vos eras pintora de mandalas

viviamos en un estado de vigilia parcial, donde sin querer destruimos lo puro que habitaba en nuestras cabezas.

nisiquiera mi peor intento de maldad, se acercaba a tu version mas simple,

que me observaba desde las sábanas jugando con el encendedor

antes de que nos separáramos con un “tal vez” de por medio

donde me dieron cosas que tuve el cuidado de no usar.