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LA DESMITIFICACIÓN

Aug 27, 2025

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LA DESMITIFICACIÓN
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27 de agosto, 2025.


Meditación de autodescubrimiento e introspección con referencias a entradas previas del diario. Ejercicio de resolución de conflicto interior.

Lo que sigue es una exploración íntima de heridas y revelaciones. No pretende enseñar nada, solo compartir una experiencia. Si estas palabras logran aliviar aunque sea un poco la soledad de otro, entonces el dolor que me llevó a escribirlas habrá encontrado sentido. Escribir es mi manera de desenredar una madeja interior. Tal vez no sea la tuya, pero si estas palabras logran iluminar una grieta de tu propio laberinto, entonces habremos compartido algo esencial: la posibilidad de que vivir duela un poco menos.


El cuerpo como umbral.


Estado de ánimo: agotado. Posible burnout. Mucho dolor corporal.



El huérfano espiritual.


"Hoy hice un descubrimiento, tuve una epifanía: encontré mi herida de rechazo. Ésa es la buena noticia. Ahora viene la mala: es terminal. No puede curarse porque fue infligida por un ser que no existe. O al menos, es otro más de los seres con los que me es imposible comunicarme. Ceguera lingüística. Oración sin respuesta. El silencio de siempre."  (Diario, 21 de agosto 2025)


En esta entrada de diario mencioné que mi sospecha que mi herida de rechazo provenía del hecho de que cuando era niño nunca pude experimentar a dios como todos los demás, que pese a experimentos que realizaba, nunca podía conectar con esa experiencia pese a que anhelaba la espiritualidad. 



Cuando el amor no tiene traducción posible.


"Amor. Idioma que hablo desde la carencia y para colmo de lo incomunicable, los demás no entienden mi letra. No parecen tener los medios para decodificar mi voz. Un día más en el que choco de frente con la barrera idiomática." (Diario, 21 de agosto 2025) 


Acá también mencionaba que en el amor siempre siento que hay una barrera idiomática que me separa de los demás. Una incomunicación casi imposible de explicar. Siempre me sentí un huérfano espiritual, un rechazado por dios. Y creo que ese trauma se ha trasladado a mis relaciones también. ¿si dios mismo me excluyó de su presencia, cómo esperar ser integrado por mis semejantes?



El amor como utopía.


Creo que mi imposibilidad para conectarme afectivamente de la misma forma en que conectan todos los demás -con la misma facilidad- tiene su origen en el hecho de que desde niño, la idea del amor que recibí y la piedra angular con la que me desarrollé y construí toda la casa alrededor es lo que denomino "amor divino". Esta idea del amor es tan utópica como arraigada en mi sistema. 


En 1 de Corintios, versículo 13 se explica perfectamente:


"Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."


El deseo erróneo de ser insustituible. 


Pizarnik lo decía también en sus diarios:


"Según O. yo exijo de los otros más de lo que pueden darme. Es así como sufro en mi relación con Olga puesto que yo aspiraría, inconscientemente, a ser el centro de su vida. (...) Y además, confundo la amistad con el amor. Estas observaciones son importantísimas: la mayor parte de mis sufrimientos derivan de que jamás fui insustituible para nadie. Pero ahora que lo sé, ¿sufriré menos o continuaré en mi situación infantil?"



Una epifanía dolorosa. 


En estas series de meditaciones de autodescubrimiento e introspección he descubierto dos cosas clave: que mi herida de rechazo viene de mi incapacidad para experimentar a dios espiritualmente como los demás y que mi idea del amor es utópica e inviable. Ambas coinciden en una epifanía también: que tengo la capacidad de ser altamente espiritual y de amar intensamente, pero la realidad actual carece de un espacio donde pueda habitar y estas capacidades puedan ser aceptadas y florecer.



Derribar la cárcel, construir la casa. 


El camino es claro: debo derrumbar la cárcel que he construido y crear una nueva casa, un espacio habitable, un jardín donde mis capacidades positivas puedan crecer. El primer paso es el proceso de desmitificación, razón por la cual escribo estas líneas y también las comparto. Ahora que comprendo por qué soy como soy, debo regenerar mi identidad, aceptando mi humanidad y la de los demás. Porque a pesar de que siempre me sentí excluído, nunca me motivó el desprecio por los otros, sino el anhelo de poder conectar en su idioma.


La idea del "amor divino" es pura y con estándares muy altos, pero inviable en la práctica. Renunciar conscientemente a ella no constituye un conformismo. Al contrario, constituye un acto de amor doble: no puedo medir a los demás con esta vara pues los estaría juzgando por algo que no son capaces de dar y eso estaría mal; y tampoco puedo medirme yo por esta vara, ya que sería cruel conmigo mismo.


Tomar la conciencia como medio de producción.


Por amor a mí mismo y a los demás es que debo construir una idea del amor más humana, más posible. Este acto también constituye mi renuncia a la tercerización de mi subjetividad y la colonización afectiva. La conciencia es un medio de producción de sentido y decido tomarlo para forjar mi camino con mis propias manos. 


Fin del ejercicio.

Pablo Bernabé Céspedes

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