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    La dama de las flores

    Alexia

    Aug 23, 2024

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    La dama de las flores
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    Hace mucho tiempo, en un bosque cercano a un pequeño pueblo, vivía una dama de cabello largo y negro, que se dedicaba a sembrar flores a lo largo del bosque.

    La dama era muy gentil y amable con toda la gente del pueblo e incluso, con los animales que habitaban el bosque. Los hombres y mujeres del pueblo siempre trataban de persuadirla de que abandonara el bosque, ya que allí había lobos, osos y muchos otros depredadores que podrían lastimarla. La dama siempre respondía ante sus intentos de la siguiente forma:

    -          Ellos jamás me harían daño, son mis amigos y ellos saben que siempre voy a protegerlos una vez que viva en las flores.

    Los hombres del pueblo nunca entendían a que se refería con que iba a vivir en las flores y dejaron de insistir en que cambiara de opinión y solo le decían que siempre era bienvenida de vivir en el pueblo si así lo deseara.

    Una tarde, un grupo de niños, muy intrigados sobre la vida de la dama, comenzaron a compartir toda la información que tenían de la dama.

    -          Mi abuelo me dijo, que hace muchos años, cuando tenía catorce años, también había una mujer que vivía en el bosque que se parece mucho a la dama, ¡ella también sembraba flores! Pero él dice que seguramente sea su abuela. ¡Yo creo fielmente que son la misma persona! – dijo un niño pelirrojo con pecas.

    -          Yo una vez estaba juntando unas hierbas para mi mamá a las afueras del pueblo, ¡y vi como el vestido de la dama cambio de color verde a anaranjado! – dijo una niña rubia de ojos verdes.

    -          Mi mamá dice que es una bruja malvada y que se alegra que nunca aceptara vivir en el pueblo. – dijo el niño de cabellos negros.

    -          ¡ELLA NO ES MALVADA! - grito el niño de las manzanas. - ¡Ella salvo la vida de mi hermano! Un día, cuando salimos a cazar con mi hermano, una serpiente lo ataco y le clavo sus afilados colmillos, el cayó en el piso, adolorido por la mordida y por los efectos del veneno; la serpiente luego quiso atacarme, pero la dama le grito “¡ALTO! No les hagas daño, por favor déjalos y vete”, la serpiente, como si hubiera comprendido sus palabras, le hizo una reverencia a la dama y se fue hacia las profundidades del bosque.

    -          WOW. – dijeron el resto de los niños al unísono.

    -          Luego, ella llevo a mi hermano a su cabaña y comenzó a hacer un antídoto para el veneno de la serpiente con algunas de las flores que ella había sembrado, incluso dejo que la ayudara a prepararlo. – Exclamo de forma alegre al recordar tal hazaña. – Cuido de mi hermano y de mi por tres noches y tres días, nos cocinó comidas deliciosas y nos hizo sentir como si estuviéramos en nuestra casa. Una vez mi hermano recuperó su fuerza, ella nos preparó una merienda para el camino a casa y un ungüento para la herida de su pierna para que esta cicatrice. Todos los meses mi hermano le lleva manzanas y algún que otro regalo en forma de agradecimiento por haberlo salvado, a veces me deja acompañarlo para verla.

    -          Si, sí. Muy hermosa tu historia, pero, ¿no te parece raro que la serpiente la obedeciera? Eso solo confirma lo que dijo mi mamá. – replico el niño de pelo negro.

    -          Para nada, cuando eso sucedió, por alguna razón, sentí mucha tranquilidad y sabía que todo iba a estar bien porque ella estaba ahí.

    -          Me gustaría poder hablar con ella, preguntarle cómo se comunica con los animales o cómo es que entiende que es lo que quieren; pero por sobre todas las cosas, ¡quiero preguntarle donde consiguió el vestido que cambia de color! – dijo la niña de cabellos rubios.

    -          ¡Y yo quiero saber si es la misma mujer que vio mi abuelo en su juventud!

    -          ¡Ya se! Mañana mi hermano va a visitarla, ¿qué tal si le digo si podemos acompañarlo?

    -          ¡SI! – gritaron todos, excepto el niño de cabellos negros, el cual se veía dubitativo.

    -          No sé, no creo que sea buena idea, a mi mamá no le va a gustar.

    -          Tranquilo, si de verdad quieres ir, mi hermano puede hablar con tu mamá, y si en algún momento quieres irte, nos volvemos al pueblo.

    El niño de cabellos negros se quedó pensando en las palabras del niño de las manzanas. Luego de analizarlo por unos minutos, acepto la propuesta de ir a hablar con la dama de las flores.

    Al día siguiente el grupo de niños se encontraban en la salida de pueblo junto con sus familiares, esperando la llegada del niño de las manzanas y su hermano.

    El niño pelirrojo se encontraba junto con su abuelo, dando brincos en el lugar, tratando de contener su ansiedad. Su abuelo lo observaba enternecido por el entusiasmo de su nieto.

    La niña de cabellos rubios se encontraba junto a su padre. Se había arreglado para la ocasión, vistiendo un vestido azul y unos moños a juego en sus largas trenzas doradas.

    Por último, se encontraba el niño de cabellos negros, acompañado por su padre, el cual se encontraba alegre al ver a todos los niños reunidos para ir a aventurarse al bosque, y por su madre, la cual no compartía la alegría de su esposo y se veía molesta ante la situación.

    -          ¡Ahí vienen! – grito el niño pelirrojo al ver al niño de las manzanas junto a su hermano.

    -          Al fin, cinco minutos más y nos íbamos. – pronuncio la madre del niño de cabellos negros

    Una vez el hermano del niño de las manzanas les aseguró a todos los adultos que nada iba a sucederle a los niños y, que en caso de que presintiera que corrieran algún peligro, él inmediatamente llevaría a los niños de regreso al pueblo, emprendieron el viaje hacia la cabaña de la dama de las flores.

    Los niños notaron lo sencillo que era encontrar el camino hacia la dama, pues este estaba hecho de las flores que ella sembraba a lo largo del bosque, era un camino recto entre los altos árboles, algunas de estas los trepaban, formando un bello arco floreado. Estas eran bellísimas, de colores vividos y apagados, de tallos verdes y morados; estas flores no eran como las del pueblo, parecían sacadas de un cuento de hadas.

    Pronto se encontraron con el final del camino, era como un túnel, no se podía ver más allá de este ya que la luz del sol los cegaba, generando más ansiedad en los niños que ansiaban ver que había al final del camino.

    -          Hemos llegado. – dijo el hermano del niño de las manzanas con una gran sonrisa

    Los niños se pararon en la arcada, pestañando ante el aumento de luz a su alrededor, y una vez que sus ojos se acostumbraron, vieron un gran campo descubierto lleno de flores que iban cambiando de color con el movimiento de viento. A lo lejos notaron a la bella mujer de cabellos negros y largos, vistiendo un bello vestido largo de color escarlata. Esta, al notar la presencia de sus invitados, los miro con alegría y les brindo una amplia sonrisa que parecía que hacía brillar todo a su alrededor.

    La dama se apresuró a alcanzar a sus invitados para saludarlos de forma correcta, abrazando al niño de las manzanas y agradeciendo a su hermano por las provisiones y regalos que este le había traído.

    Una vez finalizados los saludos, la dama le dijo a sus invitados que había preparado unos sándwiches y jugo para que comieran luego de haber recorrido un largo camino. Sugirió hacer un picnic, ya que el clima era excelente para uno.

    Los niños se apresuraron en ofrecer su ayuda para preparar la manta para el picnic y llevar las delicias que su anfitriona les ofrecía. Todos se apresuraron para entrar en la cabaña, exceptuando al niño de cabellos negros, el cual aún creía que la dama era una bruja.

    -          No tienes por qué temer, no pienso comerlos ni usarlos para realizar algún hechizo. – Dijo la dama apoyando su mano en el hombro del temeroso niño. Este dio un respingo ante el gesto de ella, pero por alguna razón, este comenzó a sentirse seguro, fue como si sus palabras les dieran la certeza de que ella no le haría ningún daño.

    -          Estoy segura de que tu mamá te dijo que era una bruja malvada. Hace muchos años, cuando ella era pequeña vio como curé a un venado malherido, ella se asustó mucho y salió corriendo gritándome bruja, bruja. – dijo la dama entre risas. – Desde entonces, ella mantiene su distancia del bosque y de mi persona. Es una lástima que nunca me dejara explicarle lo que paso.

    -          ¿Usted conoció a mi madre cuando era niña? Eso no es posible, usted debería verse como una anciana si eso fuera cierto. – replico el niño de cabellos negros.

    -          En eso tienen mucha razón, sin embargo, sigo teniendo la misma apariencia que en esa época. Se que vinieron a preguntarme muchas cosas, y he esperado mucho tiempo para contarle mi historia a alguien, estoy muy emocionada por contárselas. – dijo la joven, con una sonrisa muy dulce.

    -          Bien niños, creo que podemos poner en marcha el relato mientras comemos algo. Por supuesto si esto no te incomoda, se que los niños están hambrientos (tanto de respuestas, como de comida), yo se que lo estoy. – pronuncio el hermano del niño de las manzanas.

    -          Me parece una fantástica idea.

    Una vez que el grupo se acomodó, comenzaron a deleitarse con su tentempié, y la dama comenzó a narrar su historia.

    -          Hace mucho tiempo, desperté junto al lago que se encuentra escondido dentro de una cueva del bosque. Lo primero que vi fueron unas flores, estas parecían ser de cristal, y brillaban ante la luz de la luna, la cual se filtraba por un agujero en el techo de la cueva. En algún momento, luego de haber inspeccionado mis alrededores, di con mi reflejo en el agua; les sorprenderá oír que el reflejo que vi en ese día, es el mismo que el veo hoy en día, a pesar de que han pasado casi doscientos años, sigo teniendo esta forma.

    Los niños e incluso el hermano del chico de las manzanas, abrieron los ojos muy grandes al oír el tiempo que había pasado, impactados por la edad que podía tener la narradora de tan fantástica historia.

    -          Veo que mi edad los dejo anonadados, pero créanme, las sorpresas aun no terminan. – dijo brindándoles una cálida sonrisa mientras arqueaba una ceja. – Mientras admiraba mi apariencia, comencé a oír unas voces que cuchicheaban al otro lado del lago; y vi unas extrañas criaturas, que, al parecer, estaban discutiendo sobre mí. Eran 4, una verde con ojos amarillos, una roja con ojos anaranjados, uno blanco con ojos verdes y uno azul con ojos celestes. Sus cuerpos eran similares, mas no eran iguales, el verde poseía ramas de árboles con hojas en su cabeza y su cuerpo era esbelto, con aspecto femenino; el rojo, poseía llamas como cabello, su cuerpo era robusto y musculoso; el blanco era pequeño y esbelto, parecía el de un adolescente; y, por último, el azul, era de cuerpo robusto y con atributos femeninos muy marcados. En ese momento no lo entendía, pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que eran los espíritus del bosque: la tierra, el aire, el fuego y el agua; ellos estaban discutiendo que era y que harían conmigo si llegaban a la conclusión de que era peligrosa. – al pronunciar estas últimas palabras, puso una cara muy seria. – Los espíritus de la tierra y el agua me explicaron que simplemente aparecí en la cueva, que cuando buscaban cual era mi esencia y los recuerdos de mi alma, no encontraron nada; había sido creada de la nada y no entendían ni cómo ni por qué. Al ver que era tan inocente como un bebé, me ayudaron a aprender todo lo básico para vivir: caminar, hablar, cazar, cultivar, comer, entre otras cosas. Una vez que ellos estuvieron seguros de que podía vivir por mi cuenta, se despidieron de mí y volvieron a su lugar en la naturaleza, nunca los volví a ver. – había un sentimiento de nostalgia en esas palabras.

    -          Los años siguientes, comencé a interactuar con los animales de bosque. La mayoría era amigable, ninguno veía en mi una amenaza, y, los depredadores no me veían como una presa de la cual alimentarse. Encontré la forma de comunicarme con ellos, y mediante esta, construí una familia. Con el pasar de los años, cruce mi camino con los primeros habitantes del pueblo. Todos querían que abandonara el bosque, pero yo no podía dejarlo. – la dama dirigió su mirada hacia el niño pelirrojo. – Tu abuelo era un niño cuando eso paso. A medida que pasaba el tiempo, note que el siempre quiso preguntarme si era la misma mujer de su juventud, pero nunca se atrevió, temía que fuera una clase de bruja y que lo maldijera por descubrir mi secreto. Lo mismo sucedió con tu madre. – dijo mientras miraba al niño de cabellos negros. – Cómo ya te dije, ella vio como curaba a un venado. Creo que no lo mencioné, pero en algún punto de mi existencia, comencé a tener poderes mágicos. La primera vez fue cuando encontré a una pequeña cría de conejo muerta; ese hecho me generó tanta tristeza. mientras tenía al pequeño animal entre mis manos, comencé a desear que este viviera, y, comencé a sentir como la energía vital recorría mis manos, y entraba en la pequeña criatura. Con el tiempo, aprendí a controlar ese poder a voluntad y con este sanaba a los animales que se encontraban lastimados e incluso, a algunos aldeanos que tenían accidentes en el bosque y que no me temían al ver lo que podía hacer. Quiero que no me teman, mis poderes no pueden generar ningún daño, estos solo dan vida.

    -          Sorprendente. – dijo el niño de las manzanas.

    -          Por eso mucha gente que está muy enferma viene al bosque y regresa completamente recuperada. – pronuncio el niño de cabellos oscuros.

    -          Si no es una hechicera, ¿entonces cómo cambia de color su vestido? – dijo la niña de cabellos rubios con un tono enfadado.

    Todos quedaron atónitos al escuchar la indignación de la niña y comenzaron a reír a carcajadas.

    -          Eso es fácil, mi vestido cambia de color porque las flores me lo dieron. Déjenme decirles algo, las flores son muy celosas, y cuando ven que mi vestido tiene un color diferente al de ellas, hacen que este cambie de color.

    Por un instante, pensaron que era una broma de la dama, pero ella se mostró muy seria al decirlo.

    -          ¿Las flores le hablan?

    -          Así es, ellas fueron las que me dijeron de debía plantarlas a lo largo del bosque. Ellas me dieron mi ropa y ellas van a ser mi hogar en agradecimiento.

    -          ¿A qué se refiere con que van a ser su hogar?

    -          Lo que digo es que voy a vivir en ellas. Tengo que cuidarlas, para que cuando llegue el momento, tenga donde vivir.

    -          ¿Y que va a pasar cuando estas se marchiten? – pregunto el niño de cabellos negros, con un rostro entre preocupado y triste.

    -          Sus hojas y tallos me servirán.

    -          ¿Y cuando el invierno llegue? – dijo el niño de cabellos rojos.

    -          Sus raíces me protegerán del frío.

    -          ¿Qué harás si las plantas mueren? – Dijo el hermano del niño de las manzanas en un tono muy serio.

    -          Ellas no morirán, porque yo les prometí que les daría vida. Ellas me dieron una razón por la que vivir, un objetivo. Les debo toda mi gratitud.

    -          Hay algo que no entiendo, ¿cómo vas a vivir entre las flores si eres muy grande? – pregunto el niño de las manzanas muy intrigado.

    -          Cuando eso pase, ya no tendré esta forma. Seguiré siendo yo, pero seré diferente.

    -          Y eso, ¿qué significa?

    -          Que cuando eso pase, ya no podrán verme o escucharme, pero sepan, que yo voy a estar en las flores, y siempre estaré velando por la seguridad de ustedes y de todos los que se adentren en el bosque.

    Ninguno de los niños comprendió del todo esas palabras, pero, por el rostro del mayor del grupo, caía una lágrima, ya que él las entendía.

    -          Esa es mi historia, creo que ya no queda ningún misterio que debelar. ¿Hay algo más que les gustaría saber?

    -          ¿Cree que las flores me regalen un vestido como el suyo?

    La dama comenzó a reír a carcajadas, la inocencia y las ocurrencias de la niña cabellos dorados hacían vibrar su alma de felicidad.

    El grupo de dos adultos y cuatro niños pasaron la tarde jugando y recogiendo flores. La dama les enseño a hacer coronas y anillos con ellas. La niña del grupo, consiguió lo que la había llevado hasta ahí, un vestido que cambiaba de colores, las flores habían quedado fascinadas con su elocuencia al hablar y querían premiarlas por hacerlas reír. Al niño de cabellos cobrizos, se le concedió un frasco con pétalos de diferentes colores, con estas, podría curar los dolores de espalda de su abuelo. El niño de cabellos negros consiguió una bufanda, mientras el niño la usara, los animales sabrían que él era un amigo y si en verdad lo deseaba, podría hablar con ellos. Y para el último niño, la dama le había preparado su recuerdo más antiguo y su más grande tesoro, la flor de cristal del lago.

    Para el adulto del grupo también hubo un regalo, pero ninguno de los niños nunca supo cuál fue.

    Luego de despedirse de la dama, emprendieron su viaje de regreso al pueblo. Pasaron un par de meses, cuando ocurrió algo que sorprendió a todo el pueblo; todos los árboles del bosque no tenían hojas y no había rastros de estas. Del bosque, salió un lobo negro el cual aullaba ante los habitantes del pueblo, como si les intentara decir algo. El niño de cabellos negros les dijo que el lobo quería que lo siguieran, que debía mostrarles algo.

    Todos siguieron al lobo al bosque, siguiendo el camino de las flores, hasta la cabaña de la dama. Cuando llegaron, los niños notaron algo extraño, ya no había flores en el valle donde se encontraba la cabaña de la dama, en su lugar había una flor que nadie jamás había visto en ningún otro lugar; está flor era negra y sus tallos y hojas, eran rojo escarlata.

    Los habitantes notaron la ausencia de la dama, y comenzaron a buscarla.

    Los niños y el hermano del niño de las manzanas se acercaron a la flor negra, solo entonces los niños comprendieron lo que ella había querido decirles entonces.

    Ella al fin estaba viviendo en las flores, y aunque no pudieran verla ni oírla, sabían que ella estaba viviendo en esa bella y misteriosa flor negra.

    Con el pasar de los años, el bosque había perdido gran parte de sus flores, quedando solo unas pocas que guiaran el camino hacia la cabaña. Ya casi nadie recordaba a la dama, exceptuando al hermano del niño de las manzanas; él se había quedado a vivir en la cabaña, con la esperanza de la que la dama volviera algún día. Este casi no iba al pueblo, y se dedicaba a cuidar la planta de flores negras y tallo rojo. Con sus cuidados, esta se había vuelto inmensa, y poseía miles de bellísimas flores negras.

    El niño de cabellos cobrizos creció y se convirtió en un gran conocedor de hierbas medicinales, el regalo de la dama lo había inspirado en crear curas para las enfermedades de sus seres queridos, así como ella lo había hecho a lo largo de su vida.

    La niña de cabellos dorados era la modista mas famosa del lugar, habitantes de otros pueblos venían desde lejos solo para obtener una prenda de ella. En una vitrina de su local, aún se puede ver el vestido que le obsequiaron las flores. Dicen que aun cambia de color según las flores que hay en los floreros que decoran el local.

    El niño de cabellos negros, ahora un hombre alto y musculoso, encontró su pasión ayudando a los animales del bosque y llegando a acuerdos con estos cuando hacían una de sus travesuras en pueblo. Su hija era la nueva portadora de la bufanda que le había dado la dama, y siempre se la veía acompaña por un lobo negro. Algunos dicen que es el mismo lobo que los guío por el bosque años atrás, otros dicen que debe ser su cachorro.

    El niño de las manzanas se convirtió en el hombre de las manzanas; poseía grandes manzanos de los cuales cosechaba cientos de cajones que vendía a diferentes pueblos y ciudades lejanas. Eran muy famosas por su dulce sabor y su color, estas eran de un pálido celeste. La gente del pueblo cree que son de ese color, por la flor cristalina que había plantado el niño cerca de su árbol. La flor, con el tiempo, se había esparcido por los alrededores, y junto con ellas, las plantas cuyos frutos el niño recolectaba. Durante las noches, tanto las flores como las manzanas, brillaban como si fueran luciérnagas, dando una luz celeste pálido y fascinando a todos en el pueblo.

    Durante su juventud, el niño visitaba todos los meses a su hermano para asegurarse que este tuviera provisiones y que no estuviera padeciendo ninguna enfermedad. Con el pasar del tiempo, comenzó a notar que su hermano era feliz e incluso, algunas veces lo encontraba conversando con la planta de flores negras, lo cual le daba paz, ya que sabía que tenía una amiga con la cual conversar.

    Ya hace muchos años que el hermano del hombre de las manzanas también vivé en las flores, porque en su última visita, este encontró otra flor junto con la flor negra; está era marrón y su tallo era azul. Justo como el cabello de su hermano y el de su abrigo favorito.

    Alexia

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