¿No les pasa que es realmente complejo adaptarse al amor en tiempos de tecnología? Todo es "que fluya" y se nos escurre la vida entre mensajitos de WhatsApp. Vinimos 28.680 días aproximadamente, con una esperanza de vida de 79 años.
Esta es la historia de un corazón roto que volvió a empezar después de cinco años sin vínculos amorosos. Un poco por decisión propia y, otra parte, porque la homosexualidad y la tecnología (...), cómo dice Karina Olga: "Lo dejo a tu criterio".
Ya me había olvidado de los nervios de una primera cita, pero ahí estaba: buscaba qué ponerme y cómo impresionarte. Elegimos un picnic en Tigre porque era fin de mes. El romanticismo de los pobres: sencillo, bonito, barato y con mates.
Tenías el sol en la cabeza y el río a tus pies cuando te ví. Deletree tu nombre como quien saborea las letras. Por primera vez, la comunicadora / periodista, se trabó con las palabras ¡Es que nunca supe qué decir! Cómo extrañaba volver a esos nervios tan bonitos.
Caía el atardecer en el delta y nos encontraba sobre una manta mientras comíamos cereales y abríamos el corazón a primer encuentro. De pronto, un grupo de gente se amotinó: niños, niñas y adultos con margaritas. Llevaban carteles con letras y no entendíamos de qué trataba.
A nuestra izquierda, la glorieta se iluminó y, con el cielo violeta comenzó a sonar una dulce balada. Los presentes se organizaron, formaron la frase "¿Te querés casar conmigo?". En el centro del lugar, un joven se arrodilló ante su chica y desempolvó su anillo.
Si, una propuesta de casamiento en la primera cita. Lloramos, por separado. No entendíamos cómo el destino nos jugaba esa pasada, pero seguimos. Nos preguntamos "¿Y ahora, cómo seguimos?".
Dos semanas después, me llevaste a la heladería que frecuentaba cuando era chica. Entre tablones amanerados, fuentes de agua y dulce de leche granizado, se nos pasó la hora como si nada.
Entre tanto, no podía dejar de preguntarme si te gusté, si te interesé o por qué me elegiste. En esos días me escribiste "Aunque no nos conozcamos, se nota que tenemos onda". Mí corazón, que está más cerca de los 30 que de los 20, dió un salto de quinceañera.
Más tarde me encontré con algo nuevo: sos más de los textos, que de los encuentros. Sin embargo, volví a intentar y, de nuevo Tigre.
Mientras llegaba a tu encuentro, pensé: "ok, ya se cortó la racha, no va a pasar nada". Además, recordé que, en el encuentro anterior, mientras paseabamos como dos búhos desvelados en un lunes a la madrugada, me preguntaste: "No va a haber otra propuesta de casamiento, ¿No?".
Sin embargo, en cuenta bajé del colectivo y te vi, comenzó a sonar "I kiss a girl, i like this...". El himno gay de Katy Perry nos invadió y otra vez me encontré en un mundo onírico: había fiesta gay en el delta. El paisaje se colmó de arcoiris a la noche y al aire libre.
Pasaron dos meses entre mensajes y baches. No sé si debo escuchar las señales o luchar por algo incierto. En todo caso, te espero en un universo paralelo.
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