Serpentea un rumor de agua
casi mudo, queriendo besar al río.
Yo me hallo aquí, solo, desdibujado,
Mi alma anida en cada cosa
y tan lejos, todo se acaricia en el aire
Escuché un canto de la playa:
¡Tu, árbol, que mece sus hojas finas
el más bello eres hoy!
¡Árbol que baila sus hojas finas
sobre tu testa posa el Sol!
Y la corona deja un halo en el agua
de mil perlas naranjas
y el rey baila de alegría
con su luz insólita, su reflejo hermoso,
Y sus hojas olvidadas
Que por ser finas no las quiso
Y comenzó a despreciarlas.
Fue estrella esa tarde,
Por bello y por suertudo
Y rondábase sobre el cielo,
Brillaba, brillante la luna
Observando como la tenue marea retoma
Su canto de viento crispado:
¡Tu, árbol, del Sol en tanta estima
Escuchad está canción,
Que mientras escuchas está rima
Tu corona se cayó!
Y se escondió atrás del horizonte
Cómo una moneda
en la alcancía de la memoria.
Tantas lágrimas se dió aquel árbol
que el firmamento se hizo de amatista.
Todo esto vieron mis ojos muy bien.
Y dígome que nadie es monarca de nada
Más que de, acaso, nuestras hojas finas
Todo poder será, finalmente,
una corona del Sol que vendrá pronto a caer.
Ignacio Burguez
@nachito_bur
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